Gabriela Luna
Frente
a la conmoción de un adolescente y su familia, se abre una oportunidad de un
encuentro con un analista.
En
el deseo del analista se trata de abrir en la contingencia del acto, el
espacio, para que algo nuevo se escriba, sin que se pueda saber de antemano en
qué consistirá esa novedad para ese sujeto singular.
Para el psicoanálisis los llamados
“nuevos síntomas”, merecen ser interrogados, desde la perspectiva de la
angustia, tal como nos enseña Lacan, e intentaré circunscribir en recorrido del
caso:
Los padres de una adolescente de 18
años, a la que llamaremos M., concurren muy preocupados, a la consulta, luego
que su madre encontrara marihuana en la mochila de su hija, si bien M. no niega
que está consumiendo, se queda en silencio cuando se la interroga. Le han
prohibido las salidas y solo sale acompañada por sus padres.
Interrogo acerca del comienzo del
consumo y ellos dicen que no lo habían advertido, pero creen que fue a los 15
años, cuando comienza a estudiar en Bellas Artes cambiando su grupo de amigos.
La madre recuerda, que también hubo
un cambio importante en M., a los 14 años en la vestimenta de su hija, comenzó
a usar el estilo dark, esto coincide con una crisis de la pareja, en la que
casi se separan, a partir de la muerte de un sobrino de 21 años en un accidente
de auto, la madre dice: “siempre fui una
gallina, siempre me dediqué a mis hijas, pero después de la muerte de mi
sobrino no fue igual, tuve una depresión” y el padre agrega: “era el hijo varón que no tuve”
Desde ese momento la mamá relata una
serie de situaciones de su hija, que ella define como “autoflagelaciones”, se
le pregunta por esto y dice: “se lastima
su cuerpo, para llamar la atención, primero se quiso poner una barra en la oreja,
en otra oportunidad la encontré vomitando en el baño, y también se hizo una M.
con el filo de un espejo”, en todas estas situaciones es la madre quien
advierte y ella se pregunta “¿cuál será
la próxima que hace?”
En relación al nacimiento de M. la madre
refiere, que había pensando darla en adopción, porque tenía dos hijas muy
pequeñas, ya no podía hacerse un aborto, pero decide quedársela cuando se
entera que M. nació con el pie de bot, sintiendo mucha culpa, ya que debió ser
operada, tuvo que usar yeso y tiene una leve dificultad para caminar, y su
pierna izquierda es más finita que la derecha, su abuela paterna se dedicaba a
cuidarla y a realizar trabajos manuales con ella.
Refiere su madre que M. “es introvertida, siempre decía que no quería
crecer y siempre fue solitaria, le costaba hacerse amigos”
Ellos notan que le cuesta decir no,
el padre agrega “es un sí insatisfecho”,
no quería hacer la fiesta de 15 y finalmente la hizo, por la insistencia de sus
padres, dice que ese es el problema de M. “no
sabe decir no y todo el tiempo hace las cosas aunque no quiera”, intervengo
diciendo que ella había dicho que no,
se produjo una sorpresa en ambos padres.
¿Qué encaja en el primer encuentro?
M. estaba con auriculares, y sin
mirarme pasa al consultorio, su ropa era negra pero con un lazo en el pelo, su
voz casi imperceptible, con una marcada desvitalización y con un tono infantil,
contradecían su aspecto “dark”, le pregunto por qué viene y dice “mi vieja me encontró marihuana en la mochila
y decidieron buscar ayuda” y agrega, “empecé
a consumir con un amigo hace dos años, por curiosidad, ahora no me dejan salir,
yo no hablé frente a las preguntas que me hacían mis viejos, pero al final de
la charla les pedí que me abracen, mi mamá no pudo, mi papá si.”
“A
mi familia le molesta está situación”, le pregunto qué le pasa a ella y
dice “no estoy feliz, perdí la confianza
de mis padres, especialmente de mi mamá, y eso me molesta, solo puedo ir a la
Facultad, estudio Diseño de indumentaria.”
Me muestro interesada por este tema
y dice, “no encontraba ropa que me
gustara así que empecé a hacérmela yo, le pintaba dibujos que yo misma
diseñaba, le escribía mi nombre en Árabe, cuando tuve que elegir que estudiar,
estaba entre esta carrera y arquitectura, pero me decidí por Diseño porque no
encajó en ninguna ropa”, la invito a hablar sobre este tema y acepta venir.
M.
dice: “a los 14 años deje el vestidito
por los pantalones anchos, pero a mi mamá le molesta que no me vista como ella
quiere o como se visten mis hermanas que son femeninas.”
M.
manifiesta sentirse diferente a sus hermanas, de 21, 19 y 14 años, ellas se
producen y se visten siguiendo la moda, ella usa pantalones anchos, y dice: “no me gustaba mi “cola” y con eso la
disimulaba, era más grande que la de mis hermanas” y agrega “no me gustaba usar polleras, ni vestidos”,
ubicando esto con su problema del pie, y cuenta que los chicos del barrio, le
decían piropos a las hermanas, pero cuando ella pasaba le decían “ahí va la renga”, un día los enfrento “les dijo ojalá que el dia que tengas un hijo
tenga un defecto físico así te vas a dejar de burlar de los demás.”
De ser vista…. a darse a ver
Cuenta
acerca de su fiesta de 15 que la hizo porque le insistieron, que no la pasó
bien, ella se diseño el vestido, que fue negro y rojo, transformando un vestido
que era de su mamá, “no quería el típico
vestido blanco”
Lo mismo hizo en su Fiesta de
Egresada diseñó su propia ropa y la de dos amigas, con una combinación de ropa
diseñado por ella, todos las aplaudieron cuando entraron bailando, por primera
vez no le molestó que todos la miraran, ya que no soportaba sentir que la miraban.
Comienza a preguntarse por su
historia, nunca le reprochó nada a su madre, dice “yo tenía una amiga que quedó embarazada y no quería tener el bebé pero
cuando nació estaba recontenta, lo mismo le debe haber pasado a mi mamá
conmigo.”
En una ocasión abre la puerta y ve a
otra paciente, deja el bono y se va, las sesiones siguientes viene más tarde
deja el bono y se va, en una ocasión la hago pasar igual y me dice que quiere
cambiar el día que viene a la consulta, frente a mi respuesta que otro día yo
no podía: “entonces voy con otro
profesional”, mi intervención fue “¿Por
qué abortar el tratamiento?”
A partir de ese momento comienza a
quejarse de que siempre fue callada, dice: “en
mi casa no hablo y no digo nada, siento que da lo mismo que hable o que me
quede callada”
Comienza a traer a las sesiones una
carpeta con dibujos, dice “es a la primer
persona que se los muestro, yo los hago para mí”, la mayoría son duendes, y
cuerpos femeninos, porque no más estéticos, uno es igual a su mamá, dice “me salió sin querer”
Su padre la autorizo a hacer un
dibujo que ocupaba toda la pared, era un rostro femenino y trae la foto que le
sacó su papá cuando estaba pintando.
La voz que se escucha….
Dice:”me siento desubicada, en relación a mis compañeros, están todas con la
ropa de moda, pero igual yo me siento bien con mi estilo.”
Refiere
el siguiente recuerdo: “si mi papá tenía
que hacer algo en el auto, me llamaba y yo lo ayudaba, era el “Recachito”, a
falta del hijo varón, yo hacía del hijo varón que no tuvo, así fui aprendiendo
sobre mecánica, me hubiera gustado estudiar esta carrera”.
Averigua para hacer un curso de
mecánica y dice que va a ir a una carrera de auto con dos amigos y agrega “no me llevo con las mujeres, solo tengo dos
amigos varones y yo me siento uno más, nos pegamos piñas, la novia de uno de
ellos está recelosa, pero yo nada que ver, yo lo veo como amigo.”
Comienza a vestirse, usando las
camisas de su papá de distintos colores.
Va a hacerse un tatuaje, eligió una
figura de un hombre desnudo, que está sentado como indio, con unas alas, y
habla de su primo, “nunca pude llorar por
él.”
Dice que el tratamiento la ayudó a
sentirse mejor en su casa porque puede decir cosas que antes se quedaba
callada, y su familia acepta sus decisiones, su tono de voz se fue modificando,
se la podía escuchar y agrega “acá me
trajeron, yo quiero venir cuando yo lo decida.”
Acepto esta decisión terminando el tiempo
institucional, que duró un poco más de un años, apostando a un nuevo encuentro.
Lic.
María Gabriela Luna