miércoles, 9 de julio de 2014

Acción lacaniana
                                                                             Graciela Brodsky




A la acción lacaniana la orienta el discurso analítico. Se dirige al Otro, pero no a la masa. Busca en la multitud la brecha donde se aloja el sujeto y su goce. Más aun, crea la brecha por donde el sujeto puede retomar la palabra. Y cuando se dirige así al Otro social, su estilo no es de oratoria, es oracular, quiere ser descifrado; y su deseo -porque no hay acción lacaniana ni acto analítico si el agente no está animado por un deseo- es contrario a la identificación unificadora, a la que busca hacer caer.

Cuando Miller habla de acción lacaniana la ubica en un registro de acción poética, como eso se efectúa en la práctica?

La poesía no es hablar en rima; tampoco, como indica Lacan, es decir cosas bellas, porque no tenemos cosas bellas para decir; mucho menos es convertir el decir en puro verso. Poesía es poiêsis, creación. En la orientación lacaniana la poesía está más cerca del Witz que del alejandrino.

"¿De qué manera la interpretación analítica puede hacer sonar otra cosa que el sentido común?" [1] La pregunta vale tanto para la resonancia que se espera de la interpretación en el acto analítico como fuera de él, cuando el psicoanalista busca hacer pasar las consecuencias de dicho acto al Otro social. Es lo que  Jacques-Alain Miller llamó la "acción lacaniana" [2].

El hecho social, opaco a primera vista para quien está habituado a un lazo social "a mínima" que sólo precisa de dos para existir, puede no obstante ser descifrado, interpretado, incluso anticipado - y Lacan no se privó de hacerlo- con las mismas herramientas que guían al analista en su práctica.

A la acción lacaniana la orienta el discurso analítico. Se dirige al Otro, pero no a la masa. Busca en la multitud la brecha donde se aloja el sujeto y su goce. Más aun, crea la brecha por donde el sujeto puede retomar la palabra. Y cuando se dirige así al Otro social, su estilo no es de oratoria, es oracular, quiere ser descifrado; y su deseo -porque no hay acción lacaniana ni acto analítico si el agente no está animado por un deseo- es contrario a la identificación unificadora, a la que busca hacer caer.

Prácticamente, ¿en qué consiste? Eso es cuestión de táctica. ¿Escribir un editorial para un diario? ¿Publicar un libro? ¿Comentar otro? ¿Crear un centro de atención psicoanalítica? ¿Estar presente en un Congreso de Salud Mental? ¿Sacar una revista? ¿Juntarse con otros lacanianos?

Eso se decide "caso por caso" -me disculpo por el eslogan-, y como en el acto analítico, todo depende de las consecuencias, no de las intenciones.

La acción lacaniana, no es una acción común  -del sentido común-, entonces cómo  definiría?

Tradicionalmente –quiero decir desde Aristóteles- la acción (praxis) se distinguía de la reflexión intelectual (teoría) y de la creación (poiêsis). Es difícil sostener esta división hoy en día. Los intelectuales generan plusvalía, los trabajadores vuelven a ser artesanos  (en el mejor de los casos), y la acción evoca consignas vaciadas de contenido "Acción, Acción, Acción ..." ¿Recuerdan? En fin, las nuevas condiciones del trabajo han hecho tan caduca la distinción de Aristóteles como la de Marx.

Aun así, ¿qué podemos rescatar para orientarnos? Digamos que la acción interviene sobre las relaciones sociales, modifica el contexto, es pública, está sometida a la exterioridad, a la contingencia y al rumor de la multitud, para usar las palabras de Paolo Virno. Como se ve, no es exactamente lo que pensaba Lacan en el 64, cuando definía a su  Escuela como "refugio contra el malestar en la cultura".

Si a lo propio de la acción se le suma ahora el adjetivo "lacaniana", lo que resulta es una acción que se realiza con la pluma y la palabra: me refiero a una palabra sutil, que se atrapa al vuelo, que hace cosquillas y aviva la risa.

En la Noche del Consejo sobre este tema, se habló acerca de un comentario, en una reunión de intelectuales sobre la situación social del país, de por qué ahora la Escuela de la Orientación lacaniana se interesa por lo social, qué respondemos?

Recuerdo haber dicho en Bruselas que no existe una definición de la Escuela dada de una vez y para siempre. Existe la Escuela de los trabajadores decididos y la Escuela de los practicantes, la Escuela Sujeto y la Escuela causa del deseo, la Escuela Una y la Escuela no-toda.

Digamos que el resurgimiento brutal del S1 a nivel global y un discurso menos cínico a nivel local configuran una ocasión propicia para que los psicoanalistas lacanianos digan lo que les enseña el discurso al que sirven.

¿Por qué ahora? La interpretación es siempre cuestión de kairos, de oportunidad. La Revista de la EOL, que se hizo esperar por diez años, no podría llegar en mejor momento. Pero, se sabe, una golondrina no hace verano. El Encuentro Americano puede ser otra ocasión para poner en  práctica la acción lacaniana.

Poiêsis y  kairos, poesía y ocasión, los poderes de la palabra y los usos del lapso. Entre esos faros pasa la acción lacaniana.

Miller dice, “me atrevería a decir acción lacaniana", ¿es que esto implica una osadía hasta ahora inédita, un más allá de la neutralidad analítica?

Si, más allá de la neutralidad analítica la ética del psicoanálisis supone tomar partido dentro y fuera del consultorio.

Tomar partido contra los ideales del amor humano, de la autenticidad y de la no-dependencia; contra la identificación masificadora, contra la soledad posmoderna, contra la dirección de conciencia; contra la tentación de hacer del Otro "un patrimonio personal, a plasmar por él su destino, a imponerle nuestros ideales y, con la arrogancia del creador, a complacernos en nuestra obra luego de haberlo formado a nuestra imagen y semejanza" [3].

Tomar partido a favor del sujeto; de su goce singular y de su síntoma, que todavía puede poner un límite a lo peor.

¿Una osadía? Supongo que Miller dice "me atrevería" porque siempre es cauto cuando introduce una noción que no pertenece al vocabulario  lacaniano. Lacan distinguió el acto de la acción, y más de una vez asimiló esta última al orden de la motricidad y la descarga. Entonces, si alguien quiere ir a buscar donde Lacan habla de la acción lacaniana, no lo va a encontrar. En ese sentido si, es una osadía, pero una osadía serena, en el sentido de Heidegger.

¿Inédita? No, la historia del psicoanálisis se hizo gracias a la osadía de algunos. Se trata de ocupar un lugar digno en esa historia y de escribir, con otros, un nuevo capítulo.




1             J. Lacan . L’insu  19 de abril 1977.
2             J.-A. Miller.  Curso inédito 2002-2003 Un esfuerzo de poesía.
3             S. Freud.  Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica.