miércoles, 20 de junio de 2018

EL SENTIMIENTO DELIRANTE DE LA VIDA


ENTREVISTA A ERIC LAURENT



 Silvia Tendlarz : "El sentimiento delirante de la vida", ¿de que manera se puede explicar su uso?
Eric Laurent: por los satélites que llenan el cielo de ondas, Lacan los llamó lathusas, objetos de la ciencia que llenan este cielo.Lo inquietante de la presencia de la ciencia es que nos da muchas certidumbres sobre la naturaleza, hasta hacerla desaparecer, pero se mantiene muda acerca de la relación sexual, porque no nos dice cómo hay que comportarnos. La voz de la conciencia interna, la voz del sujeto se hace cada vez más presente en sus mandamientos de goce, en la exigencia de la civilización por el más: cómo hacer para gozar más, para ser más feliz, para tener más satisfacciones. Esta pregunta por el más es parte del ascenso al centit del  objeto "a", es parte del hecho de que no estamos más en el registro de los ideales que rigen el orden del mundo, sino que se deducen a partir de esta pregunta insistente.En cierta manera el ascenso del cenit del objeto "a", al mismo tiempo que silencia los Nombres del Padre, acentúa, con esta presencia superyoica un sentimiento de la vida, un un sentimiento de cómo se vive la pulsión en un momento en el cual tenemos que inventar recursos diferentes al estándar del Nombre-del-Padre. Por lo menos, hay una insistencia en la civilización para interrogar cómo se puede vivir así.Están los fundamentalistas, los que tratan de reinventar un Nombre-del-Padre inventando un dios feroz que los empuja hacia la muerte, con un superyó que plantea la pregunta acerca del plus de goce. Esto forma parte del momento actual de la civilización que llamo, no delirante sino un sentimiento delirante de la vida, es decir, vivir más bien con las invenciones particulares que ocupan el lugar de lo que fue esta herramienta más estandar que es el Nombre-del-Padre. En ese sentido podemos entender por qué Lacan dijo, en este momento mismo de la civilización, "todo el mundo es loco", es decir delira":Somos llevados a inventar nuestra herramienta particular para guiarnos en materia de goce, en lo que Eric Laurent:  Forma parte de lo que es vivir la pulsión, de acuerdo a ala expresión de Lacan acerca  de "cómo se vive la pulsión" en un momento en que la civilización ya no está más el Nombre-del Padre en su auge sino que en el cenit  está el objeto a. Decir cenit tiene su peso. ES un término de la astronomía que nos remite al hecho de que para Kant las evidencias fundamentales para un sujeto son el cielo estrellado y la voz interna, la voz de la consciencia. Kant incluye el cielo estrellado en referencia a los aportes hechos poco tiempo antes por Newton, quien cambió la relación del hombre con el cielo estrellado al introducir a la maquinaria celeste , renovada por primera vez desde la respuesta galileana en la Antiguedad. El poder del modelo newtoniano permitía incluir a la revolución galileana en el funcionamiento del cielo de una manera que impactó completamente con esa época. Kant quería, a través de su obra, dar cuenta del estatuto de la voz interior con la misma precisión y rnotivación de perspectiva como lo había hecho antes Newton.Cuando Lacan utiliza este término astronómico de "en el cenit de la época la elevación del objeto "a", describe una relación nueva con el cielo, con los planetas, con el hecho de que vivimos en un mundo en el cual ya no hay más ninguna seguridad en el cielo estrellado. Ahora para nosotros el cielo es solo la presencia de la ciencia como tal. El cielo está lleno de satélites que nos permiten utilizar el GPS, ubicar cosas en la tierra -incluso he visto que ahora en Buenos Aires se circula con los navegadores en los autos en la vida cotidiana-, y esta relación con el cielo, que pasa a través del navegador, es una nueva presencia en un cielo absolutamente silencioso, que en cuanto nos mira nos dice algo sobre nuestra posición. El cielo está cada vez más atravesado por sustancias episódicas, por meteoritos, ue es el abordaje sintomático de la relación sexual, sin el apoyo de estos instrumentos listos para usar. Por eso hay que hacer un esfuerzo más, no para ser republicanos como decía Sade, sino un esfuerzo más para inventar algo que nos pueda servir para orientarnos.En este sentido, este momento de la civilización está más en simpatía con el esfuerzo que tienen los psicóticos de inventarse recursos particulares cuando no creen en el instrumento estándar que es el Nombre-del-Padre.En lugar de un mundo estandarizado vivimos más bien en mundos múltiples que se van duplicando, que son leídos a partir de significantes amos no estándar y que coexisten. En cierta manera se podría decir que el mundo es menos estándar de como lo era antes porque los instrumentos que permiten leerlo están más a la medida de cada uno, están más desentandarizados. Asi, el movimiento de globalización de la civilización produce un efecto homogeneizante en cierto nivel imaginario, con modelos imaginarios de comportamientos. Pero estas propuestas de estandarización imaginaria están acompañadas, al mismo tiempo, de una desestandarización a nivel simbólico.Hay un movimiento dialéctico que a veces no se percibe. No hay que pensar que el mundo de la globalización impuesto por la ciencia produce únicamente el efecto homogeinizante . A través de la manera con que la ciencia, al globalizarse, hace callar a los Nombres del Padre y enmudece frente al hecho de dar indicaciones acerca de cómo vivir la cuestión sexual, se produce también en los sujetos este movimiento de reinventar, de reincorporar nuevas herramientas para ubicarse frente a las exigencias de goce que se nos impone desde la civilización.
En este sentido, la clínica de la psicosis de otro momento de la civilización, la clínica clásica de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, pertenece a otro momento, probablemente a un momento bisagra en el cual cambió la  época, era el momento, el Nombre del Padre tenía otra función. Esto permitía separar psicosis de neurosis de una manera aparentemente más clara. Ahora, al borrarse los usos estándar del Nombre-del-Padre, se borra también un cierto uso de la barrera entre neurosis y psicosis. Esto no significa que no siga existiendo la neurosis y la psicosis, sino que se borra la oposición entre la vida regida por el significante amo estándar y la vida regida por invenciones significantes no estándar. Mas bien lo que hay en estas bisagras en que estamos cada uno de nosotros es una mezcla entre lo estándar y lo no estándar. En este sentido, hay un sentimiento de consonancia dl esfuerzo de invención delirante con la época, y los neuróticos mismos reconocen algo de lo que les pasa en este esfuerzo que hacen para desestandarizarse, o para creer en su sintoma más allá de lo que la creencia neurótica en el Nombre-del-Padre.
La clínica de la invención delirante enseña a los neuróticos también algo sobre ellos mismos, y creo que el sujeto neurótico tiene más simpatía con este esfuerzo, o se siente menos enajenado por este movimiento mismo de la civilización.


Silvia Tendlarz: En este contexto, ¿qué lugar darle a la psicosis ordinaria? ¿Tiene alguna especificidad?

Eric Laurent: Siempre me pareció que la psicosis ordinaria era un programa de investigación para explorar lo que pasa cuando se borran las relaciones entre sujeto y los Nombres del Padre, cuando se desdibuja la presencia de estos Nombres del Padre en la civilización.
La psicosis ordinaria no es una categoría de una familia nueva, es la categoría de una familia de problemas que surgen en casos en que los sujetos no encajan en la clínica ya establecida de la psicosis y las neurosis. En esta familia de problemas calificar a un sujeto como "psicosis ordinaria"pueda querer decir, como lo propuso Jacques-Alain Miller, que está a la espera de poder calificarse como psicosis. Subrayo la frase " a la espera de ". También verifica el hecho de qe hay casos en los cuales no se puede decir que son psicosis ni neurosis. Así, la única certeza que podemos tener es que no son neurosis. Por ello hay que tener cierta prudencia y atención clínica a lo que pasa y a la particularidad del caso. La psicosis ordinaria no es un programa de investigación para construir una categoría y confiar en la particularidad del caso, tratando de alcanzar un nivel de descripción de lo que es el anudamiento propio de las consistencias de lo real. lo simbólico y lo imaginario en un caso dado.
Así, se trata entonces de la psicosis ordinaria como un programa de investigación sobre los fenómenos clínicos nuevos que surgen en el estado actual del discurso en que vivimos, por una parte y, por otra parte, es una puesta en cuestión sobre la consistencia misma de la clínica, un recordatorio de que la clínica real a la cual podríamos apuntar sería obtener en un sujeto una descripción lo más vinculada a su particularidad.


Silvia Tendlarz: ¿Cómo situar la expansión del autismo? ¿Qué relación establecer entre autismo y psicosis?

Eric Laurent: Esto fue un momento de diálogo con los Lefort, con Robert y Rosine, que habían empezado a interrogarse por las relaciones entre psicosis y autismo. El autismo como tal es una categoría completamente distinta de la psicosis. Para los sujetos que se califican de autistas, aún más que para la psiquiatría, el autismo designa el lugar en el cual hay un modo especialmente encarnado por el sujeto calificado como Asperger, de ubicarse en el significante completamente liberado de una relación afectiva con el otro. El sujeto autista o el sujeto llamado "Asperger" dan cuenta ellos mismos de sus padecimientos. Hay que subrayar el hecho de que no los invade ni la persecución ni la angustia, es una relación de cálculo, toda lengua para ellos es una lengua de cálculo. Tratan de establecer una lengua perfecta. En este sentido el sujeto autista realiza el sueño de Leibniz de obtener una lengua perfecta, una mathesis universalis.
Hay algo en los esfuerzos de estos sujetos autistas que son, al mismo tiempo, genios calculadores, de poder reducir la relación con el significante a lo que hay de matemático del significante. Si, como lo dice Lacan, hay algo de la lengua que lleva algo del número, se podría decir que el sujeto autista tiene un sentimiento de la vida radicalmente distinto del sujeto psicótico en esta tentativa de obtener la cifra, o de reducir la lengua a una cifra. Se cruzan así las tentativas de la civilización de obtener cifras del autismo con la tentativa autista propia de reducir la relación con el Otro del significante a una cifra.

Silvia Tendlarz: El autista no sería considerado como una forma de la esquizofrenia infantil sino que sería un diagnóstico en sí mismo por fuera de la psicosis

Eric Laurent: Quisiera dejar los diagnóstico como tales a los que se interesan por los diagnósticos, es decir, a los psiquiatras que se esfuerzan por crear categorías clínicas, que para ellos no es fácil, como se ve en los problemas que tienen con los DSM y sus reediciones, o a las burocracias sanitarias que intentan hacer encajar a las poblaciones en casillas, para otorgar luego subvenciones o responder a las necesidades de la categoría que han sido aislado.
Cuando digo que hay que separar el autismo de la psicosis depende de la posición que uno tiene. Si se considera del lado de la neurosis, hay un problema de familia, como diría Wittgenstein, hay una misma familia de problemas entre autismo y psicosis en oposición a la neurosis. Pero si uno trata de constatar la especificidad del autismo sería un error considerar solo "como forma extrema de", porque forma extrema al mismo tiempo significa que es algo distinto sin reconocer la especificidad del problema. Creo que esto produce un efecto de doble obnubilación .Mejor es tener la idea de que, a pesar de algunos casos particulares, creo que es más orientador distinguir autismo y psicosis como dos modos de relación al Otro del significante, como diferentes, como dos modos distintos de retorno del goce. En la esquizofrenia es retorno del goce dentro del cuerpo, los centros del lenguaje viajaban en el cuerpo mismo, pero no tenemos la misma categoría de problemas con el autismo. Entonces, me parece más fecundo separar y buscar fenómenos propios del autismo como tal. 


Silvia Tendlaz: Volviendo sobre nuestra pregunta inicial, ¿por qué elegir el título El sentimiento delirante de la vida para un libro que habla del delirio, de locura, de la psicosis, incluso del autismo?

Eric Laurent: Es un eco irónico al libro Unamuno El sentimiento trágico de la vida, escrito en una época donde el autor quería restaurar el sentimiento trágico de la vida, que estaba amenazado por la razón tecnocientificista. El entró en la categoría de estos pensadores europeos de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial que se quejaban de la pasividad de los ciudadanos, de la invasión de la preocupación por las cosas materiales, y que se perdían lo esencial de la vida que era este sentimiento de lo trágico que era vivir con el horizonte de la muerte y la finitud. Unamuno entraba en esta categorías de quejas por esta pérdida. En los años setenta del siglo XX, el póliticólogo francés Raymond Aron, para calificar el estilo empresarial del gobierno del presidente Giscard d`Estaing, decía "ha perdido el sentimiento trágico de la política". Me parece efectivamente irónico constatar que hoy la tragedia como evidencia está muy lejos a pesar de que el mundo está lleno de tragedias. Hay cosas que hemos visto hasta este momento que se están cocinando, pero, más allá de esto, se puede pasar por las tragedias sin el sentimiento trágico de la vida, especialmente cuando se tiene el sentimiento delirante de la vida. Es decir, las tragedias del Nombre-del Padre son de otra época. Nuestras tragedias modernas, que tienen una importancia aún mayor-las catástrofes del siglo XX han sido las tragedias mundiales-suponen la pérdida previa del sentimiento trágico de la vida. Es lo que hay, lo nos espera, que no estamos aliviados de ninguna manera de las tragedias, pero las vivimos con algo que es otro sentimiento de la vida. Esto es lo que el libro también quiere explorar.

lunes, 4 de junio de 2018

Detrás de las normas, el detalle.
Gracia Viscasillas
Equipo Centro de Educación Infantil "Patinete"


Hay una cuestión que es importante que permanezca abierta y en revisión en toda institución: la cuestión de los límites, de las prohibiciones, de cómo utilizar y transmitir las normas, de cuál es su función, de qué se trata de regular.
Señalaremos de entrada que una de las características de Patinete es la flexibilidad, que no puede sino sustentarse en un trabajo sobre la organización orientado a favorecer que la institución pueda modularse “para cada niño”, de tal manera que las modificaciones que lo particular de un niño pueda requerir, convivan junto al “para todos” institucional en un ambiente que permita el trabajo. Y todo ello teniendo presente que nuestra institución está inscrita en lo social dentro del ámbito “educativo”.
Así pues, ¿dónde está el límite entre el “laissez-faire” y la docilidad al sujeto? Pues es al sujeto al que apuntamos en el niño. Y hemos constatado que, en ocasiones, ahí donde el niño incomoda, el sujeto puede estar al trabajo.
Uno de los puntos de apoyo de nuestro trabajo son las reuniones semanales de coordinación del equipo, de las que están tomadas estas dos viñetas.
Viñeta 1
Juan, un niño autista de 4 años para quien era muy importante que al finalizar una actividad cada cosa quedase en su lugar, comienza a vaciar cajas, a volcarlas, a dispersar. A nivel de la oralidad surge también este dispersar: comienza a llevar a las educadoras a la cocina y a señalarles algún alimento. Cuando se lo dan, el niño toma un bocado y lo deja por cualquier lado, señala otro alimento y vuelta a empezar.
 
En la reunión surgieron en los educadores dos preguntas que nos hicieron avanzar respecto al caso: ¿por qué les surgía el darle inmediatamente el objeto cuando el niño lo señala?, y ¿cuál es el límite para el educador respecto al dejar hacer al niño?
En esa ocasión, decidimos trabajar en relación a la vertiente de la oralidad. Y los interrogantes que surgieron por parte de los educadores, dieron juego para inventar estrategias.
Por un lado, se planteó que la secuencia directa señalar-dar, nos llevaba a comprender demasiado rápido y unívocamente, y que cerraba demasiado a otras respuestas posibles y a otros efectos. Se planteó entonces el no entender tan rápido, el poder darlo, pero también el equivocarse, el nombrarlo, el jugar con ese objeto, por ejemplo, haciendo malabarismos…
Por otro lado, establecimos una norma en la que también nosotros quedábamos incluidos, regulados: “en Patinete, se come en el lugar destinado para ello”. Así, si Juan señalaba una manzana y se le daba, habría que hacer referencia a ese lugar para comerla, y por supuesto podría no dar sino un bocado e ir a buscar otra cosa. Apuntábamos a crear un intervalo, a generar un lapso que le permitiese despegarse de ese empuje al objeto, que le pudiese ayudar a la construcción de un borde, marcándose también un lugar.
Además, también los educadores, ya fuese un café o una galleta, habrían de tomarlo sentados en el lugar indicado. Señalaremos que la enunciación de esta norma se realizó fundamentalmente de educador a educador, así como hacia el conjunto de los niños -que fueron tan sensibles a esta indicación que a veces, si alguna educadora “distraída” tomaba su café de pie, eran ellos mismos quienes le recordaban que había de sentarse a la mesa. Con estas maniobras remitió ese pedir una comida tras otra, y podemos decir que, como efecto, comenzaron a surgir muchas más palabras, al tiempo que se apaciguó su esparcir.
Quiero señalar aquí la puesta en juego de la “docilidad” del equipo -término a distinguir del “laissez-faire”-, que queda manifiesta de diversas maneras: por un lado, los educadores no dicen “no” a la petición reiterada de objetos de comida; y por otro, son dóciles a la norma establecida y a los momentos de enunciación de la misma por parte de sus compañeros y de los otros niños.
Viñeta 2
Otra escena con otro niño autista, también de 4 años, y también alrededor de la cocina y de la oralidad. Se trata esta vez de Daniel, en quien tras sufrir una operación de vegetaciones se pone en juego el exceso por el lado de la oralidad: aumento vertiginoso de peso en un niño que hasta entonces comía muy poco, gesto repetido de chuparse la mano…
Se planteó en esa ocasión una estrategia en relación con la mamá, pues ésta comenzó a traer todas las mañanas una barra de pan entera con la que en la cocina preparaba un bocadillo que Daniel comía allí, aunque al poco rato almorzaba de nuevo con los otros niños. Poco a poco, solventando todas las dificultades que nos manifestaba tener, la mamá acaba por traer el bocadillo ya hecho y envuelto.
En una ocasión una educadora toma el bocadillo envuelto que Daniel sostiene y quiere comer, y dice que lo pone en la caja junto con los almuerzos de los otros niños. Para su sorpresa, este niño cuya respuesta habitual hubiese sido la de ir a agarrarlo a toda costa, o ponerse a gritar y a aletear, se queda parado ante ella, se abraza a sus piernas y se pone a llorar con lágrimas por primera vez. La educadora, sorprendida, actúa como ante cualquier otro niño: lo toma en sus brazos y le consuela. Podemos decir que por segunda vez en esta escena le da el lugar de “niño”.
En la reunión de coordinación, la educadora -conmocionada por esas lágrimas- se preguntaba sobre los límites de su actuación, sobre si debía de haberle dado ese bocadillo.
Sin embargo, otra educadora trae a la reunión otra escena que aporta su contrapunto: Al día siguiente de la viñeta relatada, Daniel estaba en la cocina con otra educadora, tomó su bocadillo y salió corriendo a la sala… hasta donde se encontraba la educadora de la escena anterior, a quien hizo entrega de su bocadillo.
En esta viñeta también la estrategia del “no” fue en relación a frenar un exceso. Señalamos que el límite no se puso al niño sino, por una parte, a la mamá, y por otra al objeto, al bocadillo. Daniel consintió a ello, y además se pudo incluir en el conjunto de los otros “niños”. Añadiremos que posteriormente fue la madre de Daniel quien comenzó a poner ella misma el bocadillo en la caja de los almuerzos.
 ¿Qué nos enseñan estas viñetas en relación al tema que nos ocupa?
En primer lugar, que para poner una prohibición, una norma, nos orientamos en aquello que quedaba del lado del exceso para Juan y para Daniel. Fue a ese exceso y no al sujeto al que intentamos poner límite, sin cesar en el intento de constituirnos en partenaires del sujeto en el tratamiento del exceso que experimenta.
En segundo lugar, que la “norma” nos concernía, quedando también nosotros sometidos a ella, descartando la imposición arbitraria.
En tercer lugar, que la norma establecida tomaba en cuenta algo de la particularidad del niño.
En relación a la Viñeta 1, hemos de decir que la enunciación de esa norma se realizó teniendo en cuenta el caso particular de ese niño, siendo que anteriormente no se había hecho necesaria en el funcionamiento habitual de Patinete. Pero enunciar una norma, que en ese momento tenía un fundamento preciso, con el transcurrir del tiempo puede convertirse en una “norma ciega”, que funciona por la rutina y que puede llegar a atrapar a niños y a educadores en “obligaciones” innecesarias y que dejan en segundo plano el verdadero trabajo a realizar.
Fue esto lo que ocurrió justamente con esa norma de “comer sentados a la mesa”. Muchos años después de esta viñeta, años durante los cuales otras educadoras se habían incorporado también al equipo, en otra reunión se plantea la dificultad de las educadoras para que un niño –también autista y que por ese tiempo apenas se sentaba en ninguna actividad- comiera sentado a la mesa. En la reunión se señaló que el hacer cumplir la norma se había convertido en algo prioritario para las educadoras, dejando desatendido el trabajo con el sujeto. Hubo que recordar de donde venía esta norma a la que todas ellas se sentían obligadas y en dificultad de hacer cumplir. Esto les alivió de tal manera que pudieron confrontarse al niño que tenían ante sí, sintiéndose autorizadas a desarrollar otras estrategias en el trabajo con él.