domingo, 7 de junio de 2015

¡TOMATE UN PESO!!

 Reflexiones sobre dispositivos para las adicciones    [1]                                                                                                         

Hace un tiempo tuve la ocasión de presenciar el trabajo de un grupo llamado terapéutico en una institución que recibe personas con adicciones. La situación me permitió hacer algunas reflexiones sobre el ‘trabajo en grupo’. No voy a dar cuenta del dispositivo sino de lo que me ha permitido pensar esta experiencia.

Me pregunté:
¿Que es un toxicómano?
¿Por qué es necesario el trabajo en grupo en vez del trabajo llamado individual?
¿Cómo podemos orientarnos?

A la primera pregunta respondí: un toxicómano es un consumidor. Da lo mismo que sea hombre o mujer. Entonces comprendí lo que decía Jacques Alain Miller cuando nos decía que al toxicómano hay que deducirlo, recordando a Lacan que nunca habló del  toxicómano pero si de la intoxicación. Decir esto es decir que no contamos con el sujeto  ya que la droga sutura y tapona la manifestaciones del sujeto dividido, evita el encuentro con la castración. La intoxicación aparece como una respuesta sintomática que intenta anular la división que es la marca de la posición subjetiva, el individuo evita hablar, no quiere saber nada del inconsciente.
Entonces a partir de una práctica: la intoxicación, se crea un personaje definido por esa práctica, se crea un “yo soy”. 
Es un “yo soy” que está por fuera de la lógica fálica.
Este “yo soy” toca entonces también  a la cuestión del nombre, implica una manera de nombrar.

A partir de aquí podemos entonces ubicar cuestiones primarias:
-Le cuesta tomar la palabra porque la palabra develaría lo que quiere evitar: su posición subjetiva determinada por su relación a la castración.
-Las instituciones y grupos para toxicómanos lo confirman en su nombre, a partir de un fenómeno identificatorio fuerte que le daría consistencia y le aseguraría no encontrarse con su vacío.
 Esto va justamente al encuentro de los “requisitos” de la experiencia analítica.

Tomate un peso!
Un joven de 20 años, chistoso, divertido, que habla todo el tiempo, más bien maníaco, integra el grupo que se reúne tres veces por semana una hora.
Esa tarde llega y dice “Soy padre”. Los integrantes del grupo se sorprenden ya que nada les había indicado esta novedad, no saben si es un chiste o es en serio.
Relata que viene de ver al bebe, que esto le cambia todo, lo da vuelta, ahora tiene que ser distinto, por el hijo se rescata.
Se trata del producto de una relación ocasional. En una ocasión había salido con la prima de un amigo y hace unos meses  le dice que está embarazada de él. Cuando le dice esto ya lleva 7 meses de embarazo.
Para la familia “está todo bien”, cada uno continuará en su casa, con su vida.
Él puede verse en esta nueva forma: es padre, se imagina con un chico mucho más grande que este bebe y piensa que lo va a llevar a jugar al fútbol y cuando sea grande van a salir los dos juntos de caravana. ‘Yo no tengo ningún compromiso con la madre.’
Nos comenta con sorpresa y con risa que el  nombre que la madre y su familia eligieron ponerle es Tomas.
Relata entonces que él comenzó a drogarse cuando alguien se acercó y le dijo: “¿Tomás?” Y él no pudo decir que no, así comenzó.
Después cuando estaba en abstinencia pasaba por la verdulería y veía “tomate 1 $” y se le imponía el sentido de consumir por un peso.
Ahora piensa hacerse el ADN para verificar que es su hijo, aunque no tiene muchas dudas por el parecido que le encuentra.
Recuerda entonces que sus primeras relaciones sexuales fueron producto que su padre le dio el diario y le dijo que eligiera algo del rubro 59, luego lo llevó, lo esperó afuera y volvieron, de esta misma forma se repitieron los encuentros con prostitutas.

Imperativo imparable
Este joven conmovido por la situación toma la palabra. En sus dichos podemos ubicar lo que nos enseña la época: hay un imperativo del super yo que dice ¡gozá! y el sujeto sólo puede obedecer: al imperativo del padre para que se desvirgue, al amigo que le ofrece droga, a la amiga que le trae un bebe: Tomá!
Aprendemos también que una identificación rescata: no es más ‘toxicómano’, ahora ‘es padre’, pero el imperativo de goce sigue en el horizonte: lo que se comparte con ese hijo es ‘salir de caravana’.

La enseñanza de la toxicomanía
Las adicciones nos enseñan acerca de las características  de los síntomas   contemporáneos.
El goce toxicómano es paradigmático de la modalidad autista del goce.
En la clínica encontramos mas el pasaje al acto que el retorno de lo reprimido, es decir un predominio del hacer respecto de la simbolización.  Esto tiene una consecuencia: no funciona la tríada síntoma, demanda, transferencia del tiempo preliminar del análisis.

No hay síntoma  en tanto no haya una división subjetiva que implique una pregunta del sujeto sobre algo que no anda. Por lo tanto el síntoma no se puede articular a la demanda. Los nuevos síntomas no dan cuenta de la división del sujeto, pero se configuran como un tratamiento de la división subjetiva, cubren la hiancia de la castración. La droga permite lidiar con la castración, con el Otro sexo, con el malestar, es utilizada para  no pensar y para separase de la angustia

En estos casos el sujeto se ubica del lado del S1 y de la identificación.
Sin duda esto obstaculiza el tiempo de la rectificación subjetiva. 
No hay una demanda, esta está magnetizada por el objeto de goce.
La transferencia entonces no se dirige al saber sino que se configura como fijada al objeto de goce, a la insignia. De esto surge una parálisis de la transferencia simbólica  y nos deja ante el estatuto de la palabra vacía e impotente.

¿Cómo orientarnos?

La demanda es correlativa del Otro barrado.
Lo que llamamos actualmente ‘el Otro que no existe’, no es un Otro barrado, sino que se trata de una pluralización tal de los semblantes del Otro que nada es seguro. Lo que aparece como seguro es la experiencia del cuerpo, impulsos, afectos, voluntad de poder, voluntad de gozar: al lugar del Otro que es incierto, viene un objeto de goce cierto. Es el goce lo que se convierte en garantía y es en este sentido que el hombre moderno esta dispuesto a todo para gozar.
A esto responde el síntoma en una dimensión social: la angustia

Se trata entonces de rectificar al Otro antes que rectificar al sujeto. Como decía Mauricio Tarrab, hay que hacer entrar eso que se rechaza, hacerlo entrar en el saber, ¿cómo? Reconstruyendo el Otro. Encarnar un Otro diferente que dice sí al sujeto y no al goce , un Otro que no excluye, no rechaza, no calla, no obtura, no sofoca, no atormenta y  permite una nueva implicación del sujeto, un nuevo lazo transferencial al Otro.

Si el Otro desfallece, la institución o el grupo pueden ser la ocasión de otro Otro.
En ese espacio se puede ubicar sus rasgos singulares para ir despejando el espacio del sujeto y  abrir un espacio que permita alojar una demanda.

¿Cuando podemos decir que una demanda es verdadera?
Cuando esta sostenida por un deseo decidido y se articula a un síntoma.
¿Cómo el sujeto  puede hacer uso de un grupo, de una institución para tratar su cuestión?
A partir de un ofrecimiento calculado que apunte al sujeto y que favorezca un encuentro.

El problema es que se puede caer en lo contrario de lo que se busca, es decir callar al sujeto invitándolo a hablar. Se parte de que decir todo hace bien, pero esto justamente hace callar.

Tomar este espacio como un trabajo preliminar al sujeto implica pasos lógicos.
Es importante poner el acento sobre el bien decir, apuntando, a través del trabajo de la transferencia que haya preguntas planteadas por el sujeto.

Recordemos que la emergencia pulsional, en vez de hacerlo hablar lo ha hecho drogarse por lo que tenemos que tomar el drogarse como una forma de decir[2].

La toxicomanía no es interpretable No se interpreta el uso de la droga, pero lo que permite separase del toxico es ubicar el lugar de inscripción, lugar de la presencia de  del toxico.

No pensamos en el grupo con una función de catarsis, sino que el sujeto tome la palabra a propósito de una experiencia atravesada individual o colectivamente.
El sujeto no es soluble en lo colectivo, aunque este el ideal del grupo, las circunstancias, el sujeto mantiene su particularidad y su responsabilidad de sus actos.
El trabajo tomaría el camino de despegar al sujeto del grupo
¿Como? Mantenerse abierto a los riesgos de la sorpresa, todos tiene que poder expresarse y hacer circular la palabra, pero sin presión, aceptar la modalidad de cada uno.
Apaciguar la angustia del que no puede parar de hablar por una intervención o una pregunta, salir del mutismo.
En muchos grupos ocurre que hay uno que trata de construirse en detrimento de otro del grupo por posiciones agresivas  que juzgan, mostrando los ‘déficits’ del semejante, hay que evitar esa deriva que lleva el grupo al fracaso.
Se trataría de alentar a cada uno a tomar sus propios significantes, investir su propia historia, apuntar a la singularidad del sujeto y desprenderse  de los ideales identificatorios del grupo. Tocar al sujeto desde el punto de vista de su responsabilidad subjetiva.

Destaquemos entonces la importancia del encuentro pero también de la ética de nuestra respuesta, para esto no tenemos que dejar de lado el diagnostico de estructura.

La práctica de la intoxicación es ser consumidor, es el sueño del discurso capitalista y la época muestra que todos somos consumidores y que cada uno tiene una modalidad de “adicción”.
El consumidor quiere probar que el inconsciente no existe.
Le toca a los psicoanalistas demostrar lo contrario, convirtiendo al toxicómano en alguien  apto para el análisis.




[1]  Marcela Errecondo.  Jornadas Anuales de Rosario.                                                                                                            25-26 agosto 2006

[2] Higo Freda, Del hacer al decir

jueves, 14 de mayo de 2015

VOLUNTAD DE ABRAZO
Gracia Viscasillas

El pasado jueves 7 de mayo, el Centro de exposiciones Joaquín Roncal de Zaragoza -que en estos días celebra su décimo an...iversario- se vistió de fiesta. Una fiesta por la dignidad y elrespeto, significantes que han acompañado a la Asociación TEAdir-Aragón desde el inicio, y que han inspirado nuestro proyecto “ARTISTAS : AUTISTAS” que se inauguraba con la primera muestra de la exposición “EL MUNDO EN SINGULAR. I Encuentro de Jóvenes Creadores con el Autismo”.

La exposición gira alrededor de la obra de tres personas diagnosticadas de autismo: Lucile Notin-Bourdeau (13 años, Avignon), Martín Giménez Laborda (16 años, Zaragoza) y Carlos David Illescas Vacas (40 años, Granada). Junto a ellas, y en diálogo con las mismas, las obras de otros jóvenes creadores, en su mayor parte de la Escuela de Arte de Zaragoza: Luisa Hernández, Anabel Lacasta, Natalia Lisinicchia, Violette K., Diego Sanz Felipe, Gonzalo Moreno Causapé y Brenda Vallés Uriarte.
La exposición es bellísima y sorprendente. Cuidada en todos sus detalles, destila delicadeza y fuerza, color y trazo, mundos que se adentran en mundos, en una visión cada vez singular. Puedo afirmar desde estas líneas que ninguno de los numerosos asistentes que nos acompañaron salió indiferente de la exposición, cuya inauguración resultó un acto de gran calidez y cercanía.

Calidez y cercanía. No podía ser de otra manera, contando con las amables palabras de Blanca Carvajal, responsable de que desde el Centro Joaquín Roncal pusiesen todo su esfuerzo y dedicación para acoger esta increíble exposición. A continuación, María Jesús Sanjuan, Presidenta de TEAdir-Aragón, expuso ante todos como surgió este proyecto: “Del autista se dice que a veces le cuesta tanto hablar y que no tiene lenguaje, pero nosotros habíamos observado que cada uno tiene un lenguaje diferente, y que parece ser que se sienten muy cómodos cuando el lenguaje es el artístico, y de ahí empezó a gestarse la idea de esta exposición. Una idea en la que hay que mencionar a Cristina Laborda, madre de Martín Giménez Laborda y que ha sido la cabeza pensante de esta exposición que se ha ido gestando desde hace dos años. El siguiente paso fue pensar en convertirlo en un proyecto en el que la persona autista se comunicara con otros, y con quien mejor se puede comunicar un artista que con otros artistas. Por eso nos pusimos en contacto con la Escuela de Arte de Zaragoza, les presentamos nuestra idea, el concepto que tenemos de expresión en el autismo, lo que tenían como interés nuestros chicos, y ellos lo entendieron perfectamente”.

Tras los agradecimientos a todos los artistas, instituciones implicadas y todos aquellos que con su esfuerzo y apoyo han hecho posible esta exposición, nuestro artista zaragozano,Martín Giménez Laborda, tuvo el gusto de tomar la palabra:
“Hola a todos del Centro Joaquín Roncal. En la exposición “El Mundo en Singular” vais a ver los cuadros que he pintado con acrílico en una tabla de mis compañeros del instituto Miguel Catalán. Son 12 chicos, y 3 chicas muy guapas. Hay mucho color. He mezclado el rojo, amarillo, verde, azul, blanco, naranja, rosa y el negro. Me gusta pintar, con rotuladores o con pinceles. Me gustan los graffitis, las guitarras, los grupos de música, los personajes de películas, las rutas de viajes, y hacer cómics. Me gustan mucho los dibujos de Lucile, las esculturas de Diego, el dado de Brenda, las fotografías de Carlos, el pez de Natalia. Los trabajos de Violette y Gonzalo son muy chulos. El video de Anabel y Luisa me ha parecido estupendísimo. El cartel de las manos de Sofía y Juan ha quedado chulisimo. Estoy contento con la exposición del Joaquín Roncal. Gracias a todos por venir, y en especial gracias a mi abuelo Jesús que ha venido de Uncastillo y a mi abuelo Luis que ha venido de Ejea. Espero que os guste el Mundo en Singular”. Y aquí, cómo decirlo… la sala a rebosar se cubrió de aplausos.

Después tuvimos el placer de escuchar a Antón Castro, escritor y periodista, que en una intervención entrañable y atenta recorrió y resaltó la obra de los diferentes artistas y nos ofreció -él, que dijo que había aprendido tanto contemplando esta exposición- una lección de humanidad y bonhomía. Quiero resaltar aquí algunas de sus palabras:
“Es un placer estar aquí. Se ve claramente que no es un mundo en singular sino que es un mundo en plural, es un mundo compartido, es un mundo que tiene muchos diálogos y la verdad es que es muy emocionante ver el diálogo que se establece entre los artistas”.
“Viendo los dibujos de Martin nos damos cuenta de que es un artista total, que ha asimilado por intuición, o sencillamente porque tiene una región misteriosa que le pone en comunicación con el Arte Bruto, con el arte primitivo y salvaje, pero también con el mundo de los Simpsons, y con muchas otras cosas. Y vemos de repente algo fundamental: lo cariñoso que es con sus compañeros, como ha llenado ese mundo suyo de color, de detalles, de fuerza, y a veces también de un sentido del humor muy tremendo. Si pensamos en la historia del arte, a veces parece que se acerca a puntos del grupo Cobra, y también a esa cosa primaria, a veces africana realmente estupenda, a veces incluso latinoamericana… Y llama la atención cómo se puede conseguir eso. Es muy emocionante verlo, tiene mucha fuerza, mucho sentido del color y además una armonía del color que es muy sorprendente”.
De los dibujos de Lucile, que dijo no dejaban de evocarle a los del artista aragonés Javier Peñafiel, destacó que “Sus dibujos tienen una sutileza, una limpieza de líneas, una voluntad de abrazo que llama mucho la atención. Una necesidad de tender puentes con los demás. Es algo que tiene toda la exposición”.
“La obra de Carlos David es una obra que tiene una complejidad visual, formal, una complejidad de estructuras, de fotografías, de temas y subtemas, de infografía, de trabajo con el photoshop, que te deslumbra”.
“La escultura estupenda de Diego, los cuadros de Violette, deGonzaloLuisa y Anabel, a partir de formas muy sugeridas, muy limpias, que son como esculturas depuradísimas, de repente han hecho un video que está lleno de humanidad, de ternura, de movimiento, de comunicación, y que en el fondo realza el abrazo, la necesidad de estar juntos, la comunicación que es seguramente uno de los elementos más bellos”.
“Me encanta la pieza de Natalia, una pieza preciosa vinculada con Lucile, pero también que parece diseño de Paul Klee. Se parece mucho a ese sentido poético, a esa disposición de los espacios que tenía Paul Klee”.
“El arte nos comunica de una manera muy esencial y nos damos cuenta de que nadie nace de la nada y que en todos hay como hilos misteriosos que nos conducen al pasado y al futuro y que nos entreveran todo el tiempo”.
“A veces desconfiamos de lo que se llama el arte contemporáneo. Esta exposición nos enseña a mirar de otra manera el arte contemporáneo. Lo que ha hecho Martín, tiene mucho que ver con lo que ha hecho Miró. Lo que ha hechoLucile tiene mucho que ver con lo que ha hecho Paul Klee, que es uno de los artistas fundamentales”.
“Y hay otra cosa muy curiosa, de alguna manera los artistas del siglo XX nos pasamos la vida intentando recuperar la pureza visual, recuperar el trazo infantil. Es esta una exposición muy entrañable, muy cálida, donde hay mucho que ver, donde hay mucho que pensar, y donde sobre todo hay una cosa fundamental: Estos creadores autistas realmente están todo el tiempo en comunicación con nosotros. Tienen una sabiduría extraña, oculta, maravillosa. Tienen un silencio que es un silencio no sé si poblado de palabras, o poblado de clamores o de un pequeño grito, pero está poblado de necesidad de cariño, de urgencia de comunicación, de ternura, de belleza, de intensidad, y eso a mí me parece muy conmovedor. Y eso está aquí presente”.
“Y hay otra lección fundamental, y es que en el fondo todos tenemos un mundo dentro que está lleno de mundos. Y aquí se ven. Aquí hay muchos mundos que nos tocan a todos, mundos que nos conmueven. Y a veces lo único que tenemos que hacer es abrir los ojos, escuchar, mirar mejor, ver. Es lo que han hecho Luisa y Anabel: también nosotros nos movemos con ese compás. Es lo que ha hecho Diego: esas tres figuras también somos nosotros. Es lo que ha hecho Martín. Somos nosotros y estamos ahí. Y, sobre todo, esta ahí una vida que nos parecía que no era la nuestra y que sin embargo es la nuestra. Y eso me parece fundamental”.
“Esta es una exposición muy entrañable, y una de las cosas que he aprendido aquí es que hay que intentar entender, pero sobre todo con los ojos del corazón, con la emoción, con los ojos cerrados, así, de repente, porque hay algo especial que nos llega y nos conmueve y es algo de una gran belleza.”
“Muchísimas gracias. Enhorabuena a los artistas, a todos, también a los que habéis sido tan generosos como para fundiros con Martin, con Lucile, con Carlos David. Espero que esta exposición sea sólo el principio porque es muy bonita la idea que es como el embrión. Se abre aquí una espiral que no sabemos adonde va a llegar, pero yo creo que la espiral va a ser tan grande, se va a dispersar tanto por los aires, que nos llevará con ella y nos abrazará un poco a todos. Y al fin y al cabo el abrazo es como el beso, como la palabra, como el trazo, una de las emociones más palpitantes. Enhorabuena, y muchísimas gracias. Es un honor estar aquí con vosotros”.

A continuación, María Jesús Sanjuan intervino para señalar que las palabras pronunciadas por Antón Castro conectaban perfectamente con lo que desde TEAdir-Aragón se pretendía transmitir con esta exposición. “Queríamos darle al autista un lugar en la sociedad, queremos que haga lazo social, porque está visto que tiene cosas que decir, y que las puede decir, de una u otra forma. Sólo se necesita sensibilidad, un poquito de tiempo para saber escuchar o para saber mirar, y el autista nos dirá lo que nos tenga que decir. Pero también necesita ser conocido, y conocido a su manera, al modo autista, porque ni todos somos iguales ni les podemos exigir a ellos que sean iguales. Y quiero agradecer también desde aquí, a Pilar Giménez, comisaría de la exposición y a la que hemos cansado hasta la saciedad, pero sabiendo que ha sido un trabajo muy bonito y que efectivamente queremos que sea el comienzo de algo que siga y aumente. Cualquier disciplina artística tendrá cabida, y nuestra idea es que la comunicación siga surgiendo, con la Escuela de Arte y con otros, pero que no dejemos nunca de intentar una comunicación con el mundo autista”.
Y luego hubo la guinda: Como colofón del acto de inauguración, Martín Giménez Laborda regaló a Antón Castro un cuadro-retrato, que fue muy aclamado.

Espero desde estas líneas haber transmitido algo de lo que fue esa tarde de mayo. Pero no quiero dejar de hacer una mención especial a Sofía Giménez Laborda y a Juan Rubio Marco,autores del hermoso cartel de nuestra exposición, y también aJuan Rubio Marco por el logo del proyecto “ARTISTAS : AUTISTAS”. Y por supuesto, mi agradecimiento a todos lossocios y amigos de TEAdir-Aragón -asociación a la que tengo el orgullo de pertenecer-, pues todos ellos han hecho posible que podamos animarnos a pensar y a llevar a cabo proyectos como éste.

domingo, 3 de mayo de 2015

NO SIN LOS PADRES


Bruno d’Halleux
Desde la fundación y los inicios de la institución, el trabajo con los padres se puso en primer plano, como una condición sine qua non para un trabajo posible con el niño. Antonio Di Ciaccia señala que el lugar hecho a los padres constituye uno de los puntos decisivos para hacerse cargo de los niños.
Dos extremos
En el trabajo con los padres encontramos una variación de posiciones cuyos extremos pueden resumirse de la siguiente manera: uno de ellos se considera que los padres están directamente implicados en los trastornos de su hijo y exige de ellos un trabajo sobre sí mismos; en el otro extremo se los desresponsabiliza y se los asocia al tratamiento de su hijo –el método Teacch es el modelo de esto.
Estas dos posiciones extremas revelan un mismo impasse, son segregativas e imaginarias. La primera supone a los padres responsables de los trastornos de sus hijos, luego incompetentes; la segunda les hace creer que es posible ocupar una función de “co-terapeuta”, de acumular los roles de padre, educador, pedagogo y terapeuta.
¿Cómo evitar esas dos posiciones? ¿Cómo no caer en el terrorismo terapéutico con respecto a los padres, ni llevarlos a encarnar un Otro completo para su hijo? ¿Qué lugar atribuirles en el trabajo con su hijo? ¿Cómo crear un campo que sea discontinuo y que pueda servir al acto del niño, donde el equipo se haga partenaire de los padres en el trabajo con el niño? ¿Cómo pensar una clínica donde padres, niños y educadores puedan trabajar en una posición de exclusión interna, una posición que los descomplete a los unos y a los otros?
El lugar que los padres tienen el derecho de ocupar debe ser “homogéneo” a la clínica exigida por la práctica con los niños psicóticos. Nuestra clínica se inspira en las enseñanzas de Freud y de Lacan. No es analítica en el sentido estricto del término, pues dejarse enseñar por el psicoanálisis no implica necesariamente aplicarlo. Por otra parte, las condiciones de puesta en práctica de la cura analítica no existen en nuestro campo. Por ello, Antonio Di Ciaccia ha inventado una práctica inédita, que Jacques-Alain Miller llamó en 1996 “la práctica entre varios en institución”.
LA PRÁCTICA ENTRE VARIOS
Ya Freud había aislado “el hecho de que las psicosis son, de manera general, inaccesibles a la terapia analítica”, porque falta a los sujetos psicóticos, decía él, “la energía pulsional necesaria para imponer el cambio”.
Jacques Lacan, en otros términos, pone el acento sobre el mismo impasse. Hablando de los niños autistas, dirige el siguiente señalamiento: “Esos niños no les escuchan porque ustedes se ocupan se ellos. No obstante –añade- hay ciertamente algo para decirles”.
¿Qué hay pues para decir a esos niños y cómo hacerlo sin ocuparse de ellos?
La fundación de un equipo
La práctica entre varios, tal cual se realiza en la Antenne 110, intenta parar lo que hace obstáculo en el trabajo con los sujetos psicóticos: la transferencia. Es un útil forjado para operar sobre el Otro del sujeto psicótico y sobre el saber que le es supuesto.
Este útil, señalémoslo, opera, no tanto por el hecho de que son varios los que trabajan con el niño, sino por la destitución introducida por el hecho mismo de ser varios: cuando se son varios, nadie puede identificarse al único que sabría y todos se encuentran marcados por una cierta pobreza en cuanto al saber. Una pobreza que enseña a “saber no saber”.
Ese saber particular constituye el mínimo requerido para trabajar con el sujeto psicótico sin “ocuparse de él”, para tener una oportunidad de ser asociado a su acto y de oponerse el impasse que puede presentar la transferencia para ese sujeto.
Además, antes de comenzar el trabajo con los niños psicóticos, Antonio Di Ciaccia se preocupó, antes de nada, de fundar un equipo de educadores, un equipo en consonancia con la posición exigida por el trabajo con esos niños.
La fundación de los padres
Igualmente, juzgó necesario, antes de trabajar con los niños, tomar en consideración a sus padres, incluirlos en el campo de la práctica entre varios requerida para ese trabajo. Precisamente, les hizo entender que ese trabajo no es posible sino conn la condición de que se pueda contar con ellos. Es decir, que les pidió acudir a hablar de su hijo. Pero, seamos precisos, esta demanda dirigida a los padres no apunta a llevarles a pedirnos una psicoterapia o un psicoanálisis, ni tampoco a asociarlos como co-terapeutas. Esa demanda realiza, ante todo, una operación sobre nosotros mismos.
Apunta –en un primer tiempo lógico- a precipitarnos a una posición que nos lleva a hacer un lugar a los padres como sujetos, y –en un segundo tiempo lógico-, a asociarles como partenaires de su hijo, que les invita a situarse con nosotros del lado del Otro en relación a su hijo.
Si esta demanda realiza una operación sobre nosotros mismos, es en la medida en la que exige también y de una manera necesaria, que nosotros sepamos no saber.
Y, en efecto, en la medida en que aceptamos hacernos cargo de su hijo, el saber hace siempre retorno en el encuentro con los padres. El hecho mismo de hacernos cargo, que significa implícitamente un fracaso de los padres en sus tareas educativas, introduce de entrada la suposición de que nosotros sabemos “ocuparnos” de su hijo. Y esta suposición, no solamente destituye a los padres en cuanto a su función, sino que aún más, puede llevarles a pensar que nosotros gozamos de su hijo y comprometer el trabajo con este.
Al principio, cuando los padres nos confían a su hijos, generalmente no están seguros de su elección. Y tienen razón, no nos conocen. Nos ponen a prueba, quieren saber, controlan, verifican. Más bien que tomar esas diferentes manifestaciones como otros tantos caprichos, lo tomamos como un interrogante sobre nosotros mismos, sobre nuestro eventual capricho, sobre nuestro eventual saber demasiado completo que les destituiría de su propio saber. Tenemos que formularnos la cuestión de saber si hemos forcluído a los padres, si hemos saltado un tiempo lógico fundamental, el de su fundación como sujetos y como Otro de su hijo. Esta fundación es necesaria para su consentimiento.
LOS PADRES COMO SUJETOS
Para que los padres puedan concedernos su confianza y aceptar que trabajemos con su hijo, es preciso ante todo que nosotros les abordemos a ellos mismos como sujetos, que les fundemos como sujetos. Y para fundarles como sujetos, es preciso que hagamos recaer la barra sobre nosotros. Lo hacemos en la medida en que no nos tomamos por el sujeto supuesto saber lo que convendría a su hijo.
Despleguemos la demanda que dirigimos a los padres: “Vengan a hablar de su hijo, porque son ustedes los que saben”. Esta demanda es la de un saber. Ella instituye a los padres como una excepción en cuanto al saber.
El equipo, que se empeña en saber no saber, sitúa pues un cierto saber del lado de los padres. Les hace entender que no se deja enseñar únicamente por Freud, Lacan, Miller o los niños, sino que debe igualmente dejarse enseñar por ellos, e incluso que sin su contribución se encuentra en un impasse.
Les hace igualmente entender que, no sólo ellos saben, sino que además ellos tienen el derecho de saber, de conocer el trabajo que hace su hijo, y de evaluar éste, el derecho de visitar la institución, de encontrarse con el equipo de los educadores y con los otros niños.
Nosotros diremos que es el saber y el derecho a saber que atribuimos a los padres, lo que los instituye como sujetos, en el tiempo mismo en que ellos nos limitan y nos destituyen como rivales potenciales. Este lugar hecho a la enunciación de los padres, labra un camino que orienta y limita al equipo, asegura una falta sin la cual el equipo no puede operar. Y, de hecho, si el saber atribuido al equipo no es mermado de alguna manera, se volverá amenazante y los padres deberán defenderse de él. Es decir, que cuando la institución acepta a un niño, ella debe siempre medir y desbaratar el impasse que ella misma crea por el hecho mismo de esta aceptación.
LOS PADRES COMO OTRO
A menudo, los padres nos transmiten su desconcierto frente al rechazo y las respuestas agresivas de su hijo.
Entonces, ¿hay que aconsejarles, darles instrucciones, remitirles a ellos mismos?
Diremos primeramente que se trata de no confundir el saber anticipado de las hipótesis de Freud y de Lacan con el saber inconsciente de los padres y el lugar que el niño ocupa en ese saber.
El saber de los padres, no lo interrogamos, salvo si ellos quieren hablarnos de su posición subjetiva.
Por el contrario, consideramos que el saber teórico no es un patrimonio reservado sólo a los practicantes. Así, cuando los padres nos piden que les expliquemos lo que hace síntoma en su hijo, nosotros no retrocedemos en tratar de transmitirles lo que hemos captado, en compartir las enseñanzas de la clínica y de nuestra referencia al psicoanálisis. Con los medios del borde, de los círculos de Euler especialmente, nos ocupamos, por ejemplo, en transmitir las dos operaciones fundamentales de causación del sujeto: la alienación y la separación.
Sucede a menudo que los padres nos piden un diagnóstico o aún que estén bajo el peso de un diagnóstico dado por un especialista. En lo que a nosotros nos concierne, no damos nunca un diagnóstico y desconfiamos del efecto mortífero introducido por términos como aquellos de autismo o esquizofrenia. Preferimos a propósito de su hijo, hablar de un sujeto que está al trabajo para resolver sus dificultades.
Es decir, que si compartimos lo que hemos aprendido, velamos sobre todo por no transmitir nunca, bajo la forma de instrucciones, lo que sería un saber preformado sobre el niño. Más bien, tratamos de permitirles entrever la opacidad de lo real en la cual está su hijo. Por ejemplo, podemos tratar de hacerles comprender, de manera metafórica, aquello de lo que se trata con el concepto de forclusión.
En fin, les hablamos de nuestras estrategias, les decimos cómo nos ocupamos de saber no saber para hacernos partenaires del trabajo de sus hijos. Y estamos muy atentos, desde esta óptica, a dejarles inventar sus propias maniobras, a animarles a poner en práctica su táctica, en el estilo, el tiempo y el lugar que elijan. Brevemente, incluimos a los padres en el juego de la práctica a varios, lo que de manera general, genera su sorpresa.
Se sorprenden de escucharnos hablar de su hijo como de un sujeto al trabajo, y se asombran de que le tratemos como a un niño normal. Se sorprenden de nuestra lectura, y se asombran por la justeza clínica, por el esclarecimiento que ésta da a tal detalle. Se sorprenden por su hijo, quien poco a poco se abre a la presencia del otro, y lo descubren bajo otro aspecto. Se despierta su curiosidad, surge un deseo de saber. Vislumbran que es posible situarse de otra manera, encarnar a un Otro diferente para el niño, lo que permite otra cosa. Y ese deseo de saber, señalémoslo, que surge en los educadores o en los padres, alivia siempre al niño de su presencia demasiado masiva.
Así, la madre de Cesco que no cesaba de someterse a las exigencias de su hijo. Un día, ella se autoriza a decirle “no”, y esto –dice- porque estaba muy cansada y no podía más. Se sorprende entonces por la reacción de Cesco quien, en lugar de hacer su enésima crisis, se calma y se ocupa de ella. Acababa de verificar lo que le había sido transmitido en sus encuentros con un miembro del equipo: que la mejor manera de abordar a su hijo consistía en encarnar a un Otro barrado, en dificultad, que no sabe. Acababa de aprender, en acto, que la aceptación de los límites por parte de su hijo pasaba por la posición subjetiva de ella, que ella podía hacer valer su enunciación con la condición de hacer recaer una barra sobre sí misma, de encarnar a un Otro regulado e incluso en dificultades en cuanto al saber. Acababa de aprender a hacerse partenaire de su hijo como sujeto, más bien que encarnar al Otro del todo saber que se completa con su objeto, el niño.

LAS DIFERENTES ETAPAS DE LA ACOGIDA
Nos ocuparemos ahora de las diferentes etapas ante una demanda de inscripción en la Antenne.
Un primer encuentro
En un primer tiempo el director terapéutico se encuentra con el niño y sus padres; esto sucede en su casa, fuera de la institución, para evitar al niño el contacto con un número demasiado grande de personas.
En este primer encuentro, el director terapéutico se limita a dar un máximo de informaciones sobre la Antenne. Explica nuestra organización, nuestra práctica, nuestras obligaciones con respecto al niño y los padres, y el derecho de estos últimos a decidir, en el momento que les convenga, la inscripción de su hijo en la Antenne. Les anima a no precipitar esta inscripción, a tomarse el tiempo necesario para asegurarse de que se trata de una buena decisión.
Este primer encuentro no compromete nunca a la Antenne ni a los padres. Y generalmente, los padres son sensibles a esto.
Por otra parte, el director terapéutico encuentra la ocasión, durante este primer encuentro, de conocer al niño. No formula sino algunas preguntas sobre éste a los padres. Por el contrario, habla con él, le da la palabra, le permite visitar su casa, eventualmente le acompaña de una punta a otra. Puede así hacerse una idea de las dificultades del niño, verificar si estas son susceptibles del trabajo intensivo que se realiza en la Antenne o, por el contrario, si es preferible reorientarle hacia una estructura más ligera.
Porque están especialmente atentos, los padres descubren entonces que hay un lugar para su hijo. Se sorprenden de su docilidad, su paciencia, se sorprenden de que se dirija a él como a cualquier otro niño, de que le de la palabra. Se asombran cuando su hijo se aproxima, intercambia una mirada, interpela, como si hiciese eso desde siempre.
Y sucede que este encuentro, posteriormente, adquiere el estatuto de un primer jalón al que los padres harán referencia como a un encuentro que les marcó, tanto en lo que respecta a ellos como a su hijo.
La visita a la Antenne
Después de este primer encuentro con el director terapéutico, si los padres mantienen su demanda, proponemos entonces a los padres un segundo encuentro, esta vez en la Antenne. Es importante que ellos puedan visitar la institución, los diferentes lugares detrabajo, los talleres, las habitaciones, los cuartos de baño, que se encuentren con los diferentes responsables de la Antenne e igualmente con los otros niños que trabajan allí.
En esta ocasión, muy a menudo, nos preguntan si las dificultades de los otros niños obstaculizarán el trabajo de su hijo. Quieren saber lo que nosotros hacemos para evitar que su hijo no coja los “tics” de los otros.
Les explicamos entonces que estamos atentos en prevenir las identificaciones laterales regresivas y en favorecer otras. Les recordamos la necesidad de tomarse su tiempo antes de decidir.
Tres días de observación
Si los padres desean continuar con el procedimiento, proponemos en un tercer tiempo, tres días de observación durante los cuales su hijo vendrá a descubrir la Antenne como externo. Se le da la oportunidad de trabajar en los diferentes talleres y de encontrarse con los diferentes educadores.
La reunión de equipo
Tras esta observación, compartimos en reunión general los elementos en los que hemos reparado y que nos permiten comenzar a cernir la posición subjetiva del niño. Verificamos si sus dificultades justifican un trabajo intensivo en institución y si estamos preparados para trabajar con él. Discutimos sobre la necesidad del internado. Muy a menudo, las dificultades del niño necesitarán de una acogida en internado, pero los padres no siempre se sienten dispuestos para separarse de su hijo durante toda la semana. A veces les hace falta un año o dos para consentir al internado. En esos casos, el niño acude primeramente como externo.
La elección de los padres
La directora comunica entonces a los padres la respuesta del equipo. Esta es casi siempre positiva. Indicamos también nuestra posición sobre un acogimiento en internado o como externo. Pero recordamos a los padres que la elección final les corresponde a ellos, y que no se trata de precipitar la decisión.
Una lógica del tiempo
Y, en efecto, es preciso el tiempo para que las etapas lógicas de un acogimiento sean respetadas: los padres necesitan el tiempo de ver nuestras posiciones y nuestra orientación, el tiempo de encontrarse con el equipo y con los otros niños; les hace falta el tiempo para comprender lo que han visto; y , en fin, les hace falta el tiempo para concluir a partir de lo que han comprendido.
Es con la condición de respetar el tiempo lógico necesario para el razonamiento, como tenemos una oportunidad de abordar a los padres como sujetos y permitirles hacerse partenaires de su hijo.
Un ejemplo
Tomemos un ejemplo, el de los padres de Joe, que tomaron en serio la demanda de venir a hablar de su hijo, y que se encuentran regularmente con un miembro del equipo.
Antes de venir a la Antenne, Joe estaba ya en terapia. La hacía con sus padres y un terapeuta de familia. Su madre estaba en análisis desde hacía veinticinco años, y su padre acababa de comenzar un análisis. En nuestros encuentrso, aparecían grandes divergencias entre el padre y la madre. Esta pide entonces venir a hablar ella sola, y su marido hace lo mismo. Ella comienza a hablar de sus impasses con Joe y rápidamente acaba hablando de sus propios impasses: “Ve usted –dice-, yo no tengo límites, no sé decir que no. Estoy como invadida, no puedo mas”.
Cuanto más intentamos que nos hable de Joe, más nos habla de sí misma. Esta angustiada, su Otro no tiene límites. Quiere un diagnóstico para su hijo. Nosotros evitamos responder en términos de psicosis o autismo, y le hacemos partícipe de la lógica que interviene en las operaciones de Joe. Le transmitimos también la función que nosotros tratamos de encarnar para el sujeto. Ella nos pide entonces aclararle sobre la función del Otro que debería encarnar para su hijo. Cae su angustia, y pasa al entusiasmo: “La semana pasada, usted me dijo una frase que yo esperaba desde hace veinticinco años. Me dijo que lo que debe hacer límite para cada uno es lo que debe hacer límite para el Otro. Fíjese, yo tengo el mismo problema que mi hijo, no sé encontrar mi lugar, soy psicótica”. Por su parte, el padre de Joe encontró, él también, una nueva manera de hacer con su hijo. Mientras que antes debía permanecer largas horas junto a él hasta que se dormía, se autoriza ahora a decirle que “debe” sacar la basura tal como le ha prometido a la mamá de Joe, quien le deja entonces marcharse.
Esta secuencia ilustra los dos tiempos que introducimos: el tiempo de los padres como sujetos, particularmente ilustrado en el encuentro con la madre, y el tiempo de los padres como Otro, dejándose regular por la enunciación de Joe.
EL METODO TEACCH
El trabajo con los padres en la Antenne, ¿es diferente de aquel que se practica en el marco del método Teacch?
Nacido en reacción a Bruno Bettelheim y a la segregación de los padres, el método Teacch también propone incluir a los padres en el trabajo con el niño. Como en la Antenne, hace de ellos partenaires. Pero todo el parecido se detiene allí.
En efecto, en el método Teacch, se sabe el camino que el niño debe seguir, se sabe el tiempo, los lugares y el proceso lógico de su aprendizaje. Se conoce el “método”, no se interroga la causa. Y se asocia a los padres al método, se les incita a colaborar al condicionamiento, al aprendizaje forzado sin sujeto. Esta posición está en el extremo opuesto a la clínica del sujeto, tal como la promovió Lacan.
En la práctica entre varios se opera también a partir de un saber, pero de un saber que es bien particular: se trata de un “saber no saber en el lugar del sujeto”, necesario para que surja en el niño mismo un gusto por el aprendizaje. No se condiciona, no se impone el aprendizaje desde el exterior, uno se ofrece como partenaire posible para el niño, como partenaire que se regula al tempo de su elaboración. Y, destacamos, cuanto más elabora el niño, más surge en él el deseo de aprender.
Por otra parte, si se asocia a los padres al trabajo de su hijo, es en la medida en que se les transmite ese saber no saber que no implica ningún dominio sobre él.

Traducción: Gracia Viscasillas

* Texto publicado en francés en la revista Préliminaire nº 13. 2001. Traducción autorizada amablemente por el autor

viernes, 16 de enero de 2015

Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano | México DF

Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano | México DF

La Salvación por los desechos
por Jacques-Alain Miller
Primero quisiera explicarme sobre mi título. En efecto, primero he de corregir lo que ha sido impreso en el programa. No es ?La salvación por el desecho?, sino ???por los desechos?, en plural. Conviene ser exactos pues esta fórmula es, en realidad, una cita. Es de Paul Valéry. Es con esta fórmula, la salvación por los desechos, que él define el surrealismo, la vía escogida por el surrealismo. Y digo ?la vía? en el sentido del Tao. Es el camino. Es también el modo de hacer, de colocarse, de deslizarse en el mundo que es el discurso. Y me parece acertado decir que André Breton prometió la salvación por la vía de los desechos. Pero es aún más acertado decirlo de Freud. Y por cierto que la promesa surrealista nunca habría sido proferida si no hubiera habido antes el psicoanálisis, el descubrimiento freudiano, que fue, como sabemos, primero el de los desechos de la vida psíquica, esos desechos de lo mental que son el sueño, el lapsus, el acto fallido y más allá, el síntoma. El descubrimiento también de que, de tomarlos en serio, y si les presta atención, el sujeto tiene la oportunidad de lograr su salvación.
Sublimación
?Lograr su salvación?, la expresión es religiosa. Pero no traduce mal que no es solo una cuestión de salud, de curación, sino que más allá del síntoma, o bajo el síntoma, se trata de una cuestión de verdad. Una revelación de saber que conlleva con ella la realización de una satisfacción y que, si puedo decirlo así, el desarrollo sostenido de una satisfacción superior. Y entonces la fórmula de Valery la pongo en la cuenta del psicoanálisis. Y me digo que bastó con que apareciera el psicoanálisis y su promesa de salvación por los desechos para que nos diéramos cuenta que hasta entonces no se había buscado sino la salvación por los ideales.
Es a Hércules a quien, en el mito, se le daba a escoger entre dos vías: la vía del vicio y la de la virtud. Pues bien, todo sucede como si la humanidad entera hubiera sido ese Hércules y se la hubiera colocado frente a esa elección, la salvación por los ideales o por los desechos. Y como por una elección forzada se podría decir que ella siempre había elegido la salvación por los ideales, hasta que Freud, el primero, le abrió una vía totalmente nueva: la salvación por los desechos. Que es el desecho? el término tiene mucha resonancia para aquellos que, incluso sencillamente, recorren la enseñanza de Lacan. Qué es lo que es desechado y especialmente desechado al término de una operación de la que no se retiene sino el oro, la sustancia preciosa que ella aporta? El desecho de lo que los alquimistas llamaban caput mortuum. Es lo que cae, lo que se desprende, lo que por otro lado se eleva. Es lo que se negativiza o lo que se hace desaparecer mientras el ideal resplandece. Y lo que resplandece tiene una forma. Se podría decir que el ideal es la gloria de la forma. Mientras que el desecho es lo informe, es extraído de una totalidad de la que no es sino pedazo, pieza suelta. Y a este respecto corregiría un matiz de lo que he dicho rápidamente sobre el surrealismo. Sin duda éste está en la línea del psicoanálisis, es uno de sus efectos, que fue, en cuanto al arte, de los más rápidos y de los más clamorosos. Pero, no podríamos decir que lo fue también en calidad de defensa? El surrealismo es un arte, en efecto, es decir que procede de una estetización del desecho. Hace pasar el desecho al registro de lo estético, mediante lo cual, si bien modifica la definición de lo bello, no pone lo bello en cuestión. Y se puede en efecto observar que desde entonces, el arte llamado ¨contemporáneo¨, consiste - al menos a partir de Marcel Duchamp ? en ocuparse de ofrecernos el desecho mismo como objeto de arte. Y si se piensa, eso no es propio del surrealismo. Es lo que el arte siempre ha hecho. Es la esencia del arte, o más bien su procedimiento, y ésta ha sido desnudado por el surrealismo, si puedo decirlo así. La esencia del arte es estetizar el desecho, idealizarlo, o como se dice en psicoanálisis, sublimarlo. Se recuerda la definición que Lacan daba de la sublimación, elevar el objeto, el objeto pequeño a ?creo que se lo conoce, no voy a definirlo de nuevo- a la dignidad de la Cosa. Esta definición es ciertamente muy esclarecedora, sin embargo, hoy no puede satisfacernos. Pues lo que define como la Cosa, es ya una versión sublimada del goce. Esta sublimación está ya designada por dos palabras, el verbo ¨elevar¨, y el sustantivo ¨dignidad¨. Sin embargo el goce como tal no tira hacia arriba. Es desnudo, crudo, en el sentido opuesto a cocido. Es crudo, no tiene dignidad con la que revestirse. Aquello a lo que Lacan apunta con la Cosa es el goce idealizado, vaciado, limpiado, reducido a la falta, a la castración, reducido a la ausencia de relación sexual. Cuando el goce es elevado a la dignidad de la Cosa, es decir, cuando no es rebajado a la indignidad del desecho, es sublimado, es decir, socializado. Lo que se llama sublimación efectúa una socialización del goce. El goce es socializado, es decir, integrado al lazo social. Al circuito de los intercambios. Es puesto a trabajar en el discurso del Otro, y para satisfacer.
Es por este sesgo que esta mañana percibo la sublimación, el sesgo por el que el goce profundamente autista de lo Uno conecta con el discurso del Otro y viene a inscribirse en el lazo social. Y no veo porqué no extender esta idea hasta decir que no es sino por el sesgo de la sublimación que el goce hace lazo social. Ah!, y no olvido que le hace falta la producción de un objeto susceptible de ser, como se dice, elevado a la dignidad de la Cosa. Es en eso que el coito no es en sí mismo un acto, y que no funda como tal, ningún lazo social, como bien lo dio por cierto Jean Jacques Rousseau, en su segundo discurso, cuando describe los venturosos apareamientos de su humanidad primitiva, presocial. La sexualidad solo se socializa cuando es considerada respecto de la reproducción, en el marco simbólico susceptible de elevar al niño, como objeto, a la dignidad de la Cosa. A falta de esa inserción simbólica, es rebajado a la indignidad del objeto, de lo cual lleva la marca en lo que aparece como su destino.
El goce problemático del Otro
Observemos el carácter problemático de lo que se designa como goce del Otro, y que he rozado hace un momento. Cuando este Otro se encarna en otro cuerpo, el goce que suscita en el cuerpo de uno, permanece evidentemente separado del goce que experimenta ese otro cuerpo. Cuando el Otro exhibe el cuerpo social, su goce, el goce de ese Otro, queda como una abstracción. Una abstracción, una ficción que se apuntala en el número, en la masa, como aquí, por ejemplo. Yo hablo aquí para agradarles, son ustedes mil cien, según me ha dicho Vicente Palomera. No está mal. Sin embargo, sucede a veces que el goce del Otro social tome cuerpo. Que el goce logre ser identificado en el lugar del Otro. Que no se evapore, que no se volatilice, que no se confunda con el esplendor vivo de la Cosa. Es cuando se quiere decir, o sobreentender, o persuadirse de que ¨el Otro goza de mí¨. Ese es el axioma que resume, al decir de Lacan - tal como yo lo entiendo, tal como yo lo interpreto, no digo que sea ?tal cual? ? ése es pues el axioma que resume la posición subjetiva que la psiquiatría ha reconocido con el nombre de paranoia. La paranoia es una patología sin ninguna duda, y sin embargo, dice Lacan que la personalidad, como tal, es paranoide. La paranoia acompaña a la sublimación como su sombra; como el mundo que podríamos llamar ¨la paranoia de los creadores¨, del cual tenemos ejemplos en las infinitas querellas que oponen al autor y al editor, al pintor y su representante, que constituyen la materia de su biografía. En cierto modo, vayamos hasta ahí, es imposible ser alguien sin ser paranoico. Es imposible ser alguien de quién se habla, alguien cuyo nombre circula en el Discurso del Otro, siendo por ello mismo vilipendiado, difamado al mismo tiempo que difundido, es imposible ser alguien sin el sostén de una paranoia. Es simplemente decir que el Otro social es siempre un Otro malvado, que quiere gozar de mí, utilizarme, hacerme servir para su uso y sus fines.
La paranoia, aquella de la que hablo ?paranoia en el sentido extenso, si puedo decir, ¨paranoia atemperada¨- la paranoia es consustancial al lazo social. Está presente y activa desde el estadio del espejo, matriz de lo imaginario. La mínima cadena significante, el significante más elemental, oscuro oráculo simbólico, refuerza esta paranoia, y se puede decir que esta paranoia motiva también toda defensa contra lo real.
Planteo entonces, al hilo de lo que desarrollo esta mañana, que la paranoia realiza la consistencia de la personalidad. Como decía antes, es la paranoia a la vez extensa y atemperada, la paranoia que estabiliza, que unifica, y que densifica la instancia que el psicoanálisis define como el yo. Sin esta paranoia, el yo no sería sino un batiburrillo de 4
identificaciones imaginarias. Entonces, estoy llevado a decir que la paranoia es la que más socializa mediante la suposición al Otro de una voluntad de goce, una voluntad que no pretende emplearse en su bien.
Es esta incitación de voluntad malévola, la que el Otro social, allí donde está representado por instancias legales, se emplea incesantemente en desmentir. Por todos lados, mediante todas las innumerables voces del pueblo administrativo que multiplica, él no dice más que ¨quiero tu bien¨. Hay que tener poca personalidad para darle crédito?
Pues bien, esta escasa personalidad es sin duda el rasgo común de todos los que se adhieren a las instituciones de cuidados que los acogen con los brazos abiertos y carita de buenos, gratis y bajo la égida implícita del ¨quiero tu bien¨. Aquellos que pueden creerlo son los desechos de la voluntad de goce.
Si el lazo social es por esencia paranoico entonces la dificultad para insertarse es del orden de la debilidad, si llamamos debilidad al deslizamiento subjetivo entre dos discursos; y hasta la posición de fuera de discurso, que es aquella que la psiquiatría recoge con el término de esquizofrenia.
Hay que decir que la debilidad así definida es muy generalmente la de los psicoanalistas mismos. Lo que los salva ? pues los salva a pesar de todo ? es haber logrado hacer de su posición de desecho el principio de un nuevo discurso. Haber logrado sublimar lo suficiente su decadencia para elevarla a la dignidad de una práctica, es decir, de un objeto de intercambio. Se hacen pagar, ahí está todo. Venden lo que llaman, a veces, su arte. Pero permanecen sin embargo, y desean permanecer, sin papeles. Incluso si tienen un domicilio fijo, bien anotado, no están completamente integrados al orden social. Solo tienen un pie adentro. Si tuviera que llevarse a cabo, que realizarse, la inserción social del psicoanálisis sería al mismo tiempo su desaparición. La prueba está en lo delicada que es la vía de hacer reconocer la utilidad social del psicoanálisis. Pues si los psicoanalistas hubieran de tomar este reconocimiento en serio y no como un semblante, ello les obligaría a querer el bien. Es decir, participar de ese desconocimiento en el que el Otro malvado se pavonea de su buena voluntad.
La clínica de la desinserción presenta una variedad que demanda ser seriada, grados que merecen ser advertidos y que confinan en el fuera de discurso de la esquizofrenia. La pragmática de la desinserción, por su parte, cuando procede psicoanalíticamente, consiste, en el sentido que introduje antes, en paranoidizar al sujeto. La fórmula es atrevida, pero después de todo puede autorizarse de la definición que Lacan daba antaño de la cura psicoanalítica. Una paranoia dirigida. Hay sujetos cuya paranoia, para poder ser dirigida necesita primero ser producida. Y podría decirse que el sujeto será lo suficientemente paranoico cuando consienta en pagar de su bolsillo para ser escuchado y tratado. 5
Qué busca entonces llevar a cabo la pragmática de la desinserción cuando se confronta a la falta de paranoia? Busca flexibilizar una identificación, sin duda, que permita al sujeto encontrar su lugar en una de las múltiples rutinas de las que está hecha la organización social y que tienen por propiedad estabilizar la relación del significante al significado, la relación del sujeto a las grandes significaciones del amo. Pero no solamente se trata de obtener una significación significante del sujeto, su inscripción bajo un significante. Se trata de una identificación de goce en el lugar del Otro, es decir, el equivalente de lo que el fantasma procura al neurótico como tal. Se trata de desatar una parcela del goce que pueda constituirse en objeto, y primeramente objeto de una narración, de un escenario, como el escenario del fantasma. De una storytelling, como nos han enseñado la palabra de hoy en día; de una leyenda, lo que Lacan llamaba un mito individual, y que puede hacer las veces de fantasma.
Lo que del goce resta insocializable
Estas jornadas son bienvenidas, pues era urgente clarificar la clínica y la pragmática de la desinserción, ya que los psicoanalistas, al menos aquellos que se vinculan al campo freudiano, se han vuelto unos narodniki apasionados. Narodniki ?no está traducido, es ruso- designa a aquellos que iban al pueblo, con el ímpetu de un movimiento que había embargado a la inteligencia rusa del fin del siglo XIX y principios del XX. Pues bien, comparo este movimiento de los CPTC a los narodniki. Fue una buena noticia, los analistas salen de sus consultorios. La posición tradicional quería, en efecto, que el analista esperara en su casa que las demandas le llegaran, actitud pasiva expectante consistente en recibir. En su lugar se adoptó un método de provocación institucional que apuntaba a suscitar demandas levantando los obstáculos que se quisieron calificar de imaginarios. En adelante se trataría gratuitamente y los pacientes, esperándolo, se dirigirían a un colectivo y no a un individuo, se suponía entonces que para un sujeto ignorante, un colectivo pondría de manifiesto que los unos y los otros se autorizan del padre. Esta gratuidad del tratamiento implicaba su duración limitada.
Debo decir que al observar retrospectivamente este método, no se ve nada que no hubiera podido hacer una asociación de psicoanalistas si aceptara financiar a fondo perdido. No veo nada de repulsivo en este método al ser la gratuidad compensada por la limitación de la duración. Pero se añadió un elemento, es lo que he escrito, si, ¨se¨ añadió un elemento y me declaro culpable. Se añadió un elemento que cambió todo. Esta nueva institución sería financiada por una subvención pública. Error fatal. Era interponer entre el analista y el pueblo una tercera instancia: el Estado y sus administraciones. Se creía que de este modo la operación consagraría el reconocimiento por la sociedad de los beneficios de la acción psicoanalítica. Pero de repente esto implicaba obligar al CPTC a ser el Arlequín servidor de dos amos: el discurso del analista y el discurso del amo: duelo de titanes. El discurso analítico se estrelló contra el fierro 6
del discurso del amo. La experiencia demostró la potencia de las formaciones políticas y, cuando quiere insertarse de inmediato, la fragilidad del psicoanalista. El discurso del amo procede exclusivamente por identificación significante. Es en este sentido que prohíbe el fantasma, como lo estipula expresamente la línea de abajo del esquema del discurso del amo tal y como antaño lo trazó Lacan. La identificación reinó entonces sin parangón, el paciente fue de entrada identificado a su síntoma y se convirtió en el ejemplar de una clase, de una categoría. El analista, por su parte, fue invitado a identificarse a la buena voluntad del terapeuta, a su función terapéutica. Después de una fase, afortunadamente hemos vuelto atrás.
Al analista no le corresponde insertarse en el lazo social que prescribe el discurso del amo. El tratamiento gratuito de duración limitada solo se justifica si introduce a la experiencia analítica, si introduce al lazo social específico que se teje alrededor del analista como desecho representante de lo que, del goce, permanece insocializable.
Porque prohíbe el fantasma, el discurso del amo cree en la salud mental. Este ideal le está prohibido al analista que ofrece una vía inédita, más precaria y sin embargo más segura: la salvación por los desechos.
Gracias


  • Disponible On line: http://www.ebp.org.br/enapol/09/es/template.asp?lecturas_online/lecturas_online.htm.
  • MILLER, J.A. « La salvación por los desechos?, El Psicoanálisis, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Nº 16, Noviembre 2009, Barcelona, España, y fue traducido por Nicolás Landriscini Marin. Publicado por primera vez como « Le salut par les déchets ». In: Mental: Clinique et pragmatique de la désinsertion en psychanalyse, n.24. Clamecy, avril 2010.