jueves, 31 de agosto de 2017

CLÍNICA DEL ESPECTRO AUTISTA (Primera parte) – Jean-Claude Maleval

A continuación presentamos la primera parte del artículo “Clínica del espectro autista”, enviado gentilmente por Jean-Claude Maleval específicamente para la Antena Infancia y Juventud de Bogotá.  el Doctor Maleval es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana y catedrático de Psicopatología de la Universidad de Rennes.  Es autor de los libros Delirios histéricos disociativos y psicosis (1991), La lógica del delirio(1997), La forclusión del Nombre del Padre (2000) y El autista y su voz(2011).




La observación de los pasajes del síndrome de Kanner al síndrome de Asperger da a luz en los años ochenta al concepto del espectro del autismo[1] .  Lo que ocurrió con Donald Gay Tripplet, cuyo caso clínico es el número uno descrito en el artículo original de Kanner, constituye la mejor demonstración y la menos discutible.  Observado alrededor de los años treinta en el  Johns Hopkins Hospital de Baltimore, seguía disfrutando en 2010 de un retiro apacible en el estado del Mississippi. Tras trabajar de cajero en el banco de sus padres, vivía independiente y solitario, manejando todavía su carro y practicando el ocio tal como el golf y los viajes[2]. Semejantes evoluciones constituyen el núcleo duro del espectro[3]. Sin embargo, resulta difícil precisar los límites de dicho espectro. En cuanto a las formas más graves, de este lado de la clínica de Kanner, se encuentra un polo incierto, dado que el diagnóstico diferencial con la esquizofrenia infantil es a veces bastante complicado. Por el otro lado, más allá del cuadro clínico de Asperger, se encuentra un polo invisible constituido por autistas que se independizaron y cuyo diagnóstico ocurre a veces muy tardíamente, incluso nunca. Aparentemente, las variadas posiciones que constituyen dicho espectro se podrían referir a diversos tratamientos sobre la perdida de los objetos pulsionales. La construcción de la imagen del cuerpo se revela en su dependencia.
Los autistas a los que los psicoanalistas, tales como Meltzer y Lefort, pasando por Tustin y Bettelheim, dedicaron sus mayores investigaciones son, en su gran mayoría, autistas “prekannerianos”. Son autistas que no alcanzaron el nivel de estructuración de los de Kanner, en su mayoría poco angustiados cuando uno los deja solos con sus objetos.  La localización del goce en un borde, que constituye una defensa característica, resulta o bien ausente o bien solamente esbozada en los autistas “prekannerianos”.
La falta de borde.
Los documentos  clínicos excepcionales conseguidos por Bettelheim, al estudiar a Laurie y Marcia, y también por los Lefort, por el psicoanálisis de Marie-Françoise, convergen en discernir que los autistas sin “borde protector” « tienen miedo de ser destruidos por el mundo » dice el primero[4], mientras que los segundos consideran que para ellos « hay que destruir el mundo o el mundo los destruye »[5].  Cualquier entrega de un objeto pulsional agujerea el cuerpo, de tal manera que es omnipresente la amenaza de una verdadera castración.  Así es lo que Tustin consigue del imaginario de un niño autista como la presencia central de un hueco negro.  Ella lo correlaciona con la falta de acercamiento del seno materno, con su pérdida no simbolizada[6], convergiendo así con el análisis de los Lefort mediante el cual el Otro del autista resulta ser sin falta y, por lo tanto, conlleva un carácter amenazante. Dado que la falta no está simbolizada, se impone al sujeto una castración real.  Los Lefort ponen énfasis en la percepción del cuerpo agujereado que describen los “hablante-seres” (parlêtres) autistas.  La primera niña que me asignaron en el hospital solía empezar invariablemente las sesiones por obstruir de plastilina todos los huecos del cuarto y, luego, su proprio ombligo. Este tipo de observación no es tan infrecuente. Los autistas sin “borde”, al tener una relación “transitivista” con los objetos, se encuentran particularmente preocupados por los huecos, los de su cuerpo, pero de igual manera con los de su entorno.  Los huecos de la taza de retrete o del lavamanos les preocupan a menudo. Steve está dibujando un trazo ovalado y comenta  « soy yo ».  Al terapeuta que le señala que este trazo se encuentra hueco, él le responde: « quisiera ser así, sin nariz, ni ojo, ni orejas, ni ano. Así no sale ni entra nada »[7]. Enfatiza Eric Laurent « una intolerancia a los huecos » en los autistas[8]. Al cruzarse con ésos, movilizan angustias de pérdida y, por lo tanto, tienden a obstruirlos; mientras que, según Tustin, la entrada en el juego de una pérdida se siente como « un hueco negro lleno de criaturas amenazantes »[9]. Nos lo confirma Malika cuando, al enfrentarse con un hueco en una silla, se pregunta a si misma preocupada «¿qué tal que salga la muñeca desbaratada si no obstruyes ese hueco[10]? », de tal manera que se empeña en colmarlo de plastilina mientras comenta «estoy obstruyendo el hueco para que no llegue una muñeca desbaratada adentro ».  Ya había dicho durante una sesión anterior: « perder la caca, es igual que estar desbaratada » y en otra sesión se preguntaba a si misma: « ¿una muñeca desbaratada tiene huecos? ».
Es muy común que se trastornen al descubrir un objeto roto o incompleto. Tanto las pocas palabras que a veces pronuncian los autistas más comprometidos (« roto, estropeado, arrancado, golpeado»), como las agresiones repentinas, los quebramientos y los lanzamientos de objetos, las puestas en escena violentas (muñecas golpeadas, mordidas, asesinadas, descuartizadas) revelan temores de perjuicios y de destrucciones. Según los Lefort, « cuando lo real no está articulado, el pequeño sujeto está agujereado y el Otro no lo está, lo que puede prefigurar que la castración de la persona permanece irremediablemente en lo real »[11]. Por no tener inscrita una falta simbólica en el campo del Otro, los autistas sin borde se sienten mutilados o convertidos en desechos. Se revelan estorbados por objetos de goce cuya cesión se vive como una verdadera castración. La retención ilegal de objetos pulsionales es correlativa de la presencia de un Otro amenazante y destructor.  Con frecuencia padecen de mutismo y encoprésis, tienen la mirada muerta, se tapan los oídos.  Ante un Otro amenazante, pueden tender a tener actos violentos y conductas autoagresivas (arañarse, morderse, golpearse la cabeza), hasta la automutilación.  En un mundo tan peligroso, constituye la inercia un método de defensa privilegiado: Marcia se dice a si misma « una niña fuerte para no hacer nada »[12]. Al no respetar este trabajo se puede fomentar el desencadenamiento de episodios de violencia. « Al iniciar el menor movimiento para ayudarla, dice, esta niña totalmente encogida en si misma y hasta entonces inerte, se arrojaba furiosamente hacia adelante, se colgaba de nuestra garganta y procuraba estrangularnos »[13].
Los objetos que les llaman la atención para manejar la perdida en la realidad están convocados por su aspecto concreto y no como representativos. Rompen y arrojan mucho y usan fácilmente oposiciones al tratar de dominar el hueco: vaciando y llenando, abriendo y cerrando, rompiendo y arreglando, etc.
La sintomatología clínica de los autistas sin borde es muy heterogénea: enseña posiciones subjetivas muy distintas. Si uno los abandona a ellos mismos, los hay quienes prefieren la automutilación, otros la inercia, los hay que se ponen hiperactivos, violentos o que tienen tendencia a fugarse, etc.  Todos son solitarios, muestran trastornos del lenguaje y no hacen demandas. Los comportamientos de inmutabilidad se quedan discretos, a veces  ausentes, de tal manera que hace falta uno de los mayores elementos para hacer la diferencia con la esquizofrenia infantil. Solo queda el momento en que aparecen los trastornos: tienen lugar desde el inicio en el autismo, mientras que, en el esquizofrénico ocurren después de un desarrollo aparentemente normal durante los primeros años de vida.  Esta diferencia que uno encuentra en la mayoría de los libros contemporáneos resulta poco discriminativa: existen esquizofrenias insidiosas, mientras que el autismo puede ser diagnosticado muy tardamente. El polo prekanneriano del autismo es heterogéneo, mal conocido y difícil de distinguir de las psicosis infantiles.
La evolución que conduce a la construcción  o a la elección del borde resulta ser el mejor elemento clínico para poder hacer la diferencia. Sin embargo, parece que el autista se dirige hacia los objetos para manejar su perdida, mientras que el esquizofrénico más bien recurre al significante. El recurso a objetos o a comportamientos comodín se diferencia algunas veces de las formas más severas del autismo: Marie-Françoise utiliza a veces igualmente  el marino o el biberón para obturar el ojo, Laurie se pega al cuerpo de su educadora, Marcia no cesa de operar un manoseo complejo con sus dedos para aislarse del mundo, etc.Ya Marie-Francoise lleva muy presente el comportamiento muy característico de coger la mano del otro para hacerle realizar un gesto que el propio autista podría realizar. Este comportamiento sirve sobre todo para evitar una solicitud que podría movilizar la falta. Firma entonces, según los Lefort, « una relación Real con el cuerpo del Otro que fracasa a recortar ahí objetos »[14].
Sin embargo, en medio de los autistas  prekannerianos, parece que los hay que no se dirigen hacia la construcción de un borde. Según Tustin, son los más difíciles de curar.  Ella hace una diferencia importante entre los niños « crustáceos », que se quieren proteger con una « concha », y los niños « amebas », que no tienen borde. Asegura que estos últimos son « pasivos, flojos y reaccionan solamente a través de comportamientos puramente fisiológicos, tal como crisis de temblor, de estornudo, de bostezo, de toz, es decir, en el registro de la expulsión inmediata[…] En cambio, los niños « crustáceos » interponen un comportamiento elaborado entre el estimulo y su reacción. Se chupan la lengua, hacen burbujas de baba, brincan, castañetean, tensan los músculos: tantas reacciones dominadas por sensaciones para señorear la consciencia de un choque al cual sucumbieron los niños  flojos »[15]. Escribe que procuran rodearse de una  « concha ». Divisa precursores de la construcción del borde a través de « sensaciones-formas » creadas por sensaciones corporales suaves tal como el desagüe de la orina a fuera del cuerpo, burbujas de baba alrededor de la boca, baba untada sobre objetos exteriores, o también la diarrea y el vómito. Sujetar un objeto exterior, o apoyarse suavemente contra él, mecerse, revolotear, tanto como movimientos estereotipados de las manos y del cuerpo pueden producir igualmente esto tipo de sensaciones.

[1] Dovan J. Zucker C. Autism’s First Child. Atlantic Magazine. October 2010.http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2010/10/autism-8217-s-first-child/8227/
[2] Dovan J. Zucker C. Autism’s First Child. Atlantic Magazine. October 2010.http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2010/10/autism-8217-s-first-child/8227/
[3]  En la literatura psiquiátrica internacional, el espectro del autismo se ha desatado de la clínica, volviéndose así un trastero heterogéneo. Según la CIM-10, abarca ocho categorías: autismo infantil, autismo atípico, síndrome de Rett, otro trastorno  desintegrativo de la infancia, hiperactividad con atraso mental y movimientos estereotipados, síndrome de Asperger, otros trastornos generalizados del desarrollo, y trastorno generalizado del desarrollo sin precisiones.
[4] Bettelheim B. La forteresse vide. [1967] Gallimard. Paris. 1969, p. 264.
[5] Lefort R. et R. Naissance de l’Autre. Seuil. Paris. 1980, p. 273.
[6] Tustin F. Le trou noir de la psyché [1986]. Seuil. Paris. 1989, p. 30.
[7] Lemay M. L’autisme aujourd’hui. O. Jacob. Paris. 2004, p. 166.
[8] Laurent E. La bataille de l’autisme. Navarin/ Le champ freudien. 2012, p. 68.
[9] Tustin F. Autisme et protection. [1990] Seuil. Paris. 1992, p. 238.
[10] Usaba aqui el « tu » en lugar del «yo » tal como lo solía hacer.
[11] Lefort R. et R. Naissance de l’Autre, o.c., p. 411.
[12] Bettelheim B. La forteresse vide, o.c., p. 285.
[13] Ibid., p. 277.
[14] Lefort R. et R. Naissance de l’Autre, o.c., p. 330.
[15] Tustin F. Autisme et protection. [1990] Seuil. Paris. 1992, p. 174.
TOMADO DE:  http://infanciayjuventud.co/clinica-del-espectro-autista-primera-parte-jean-claude-maleval/




martes, 4 de abril de 2017

El 2 de abril se conmemora el día mundial de la concientización sobre el autismo consideramos que dar la palabra a Jacqueline Berger, madre de mellizas autistas, es una de las mejores maneras de concientizar sobre este tema.


El autismo no es una fatalidad
Por Anne Diatkine

-         Salir del autismo”: el título de su libro puede parecer una contradicción en los términos, ya que la definición corriente del autismo es un encierro.    
    ¿Por qué este título?

-         A través de este título, reivindico esa posibilidad, cuando uno ha ubicado en un niño síntomas de retraimiento, de evolución positiva del síndrome autista. Es un trabajo largo y agotador pero que tiene sus frutos por poco que uno dé por tierra la convicción de que el estado autista es una fatalidad: un defecto imposible de superar de los genes o de las neuronas defectuosas. La virtud de esta concepción orgánica sería la desculpabilización del entorno. El pequeño autista no estaría tomado en una historia, sino que es portador de un gen arruinado que se expresa mal, que aún no se ha encontrado, pero que un día se lo encontrará …Ahora bien, no creo que sea tan abrumador tratar -no de encontrar una causa a los síntomas de su hijo sino-  de desenredar los nudos de su propio pasado y de lo que ha podido desviar en la relación a su bebé. A veces es infinitesimal. La depresión de un bebé no se percibe de forma evidente cuando uno está tomado en el cataclismo del nacimiento.

Sin embargo, ¿por qué los bebés no podrían conocer este desamparo  tan familiar a los adultos? Y si hay depresión, ¿cómo influye en el desarrollo del pequeño humano? Paradojalmente, hay una tregua en las heridas narcisistas constantes que inflinge la mirada de los otros, y esa tregua la he experimentado hablando con los psicoanalistas. Nunca tuve el sentimiento que la cuestión era reconocer su responsabilidad o disculparse. El psicoanálisis tiene mala prensa, entre otras cosas porque sus resultados no son evaluables, pero es uno de los raros lugares en donde los padres  de chicos “diferentes” no están delante de un tribunal.

-Su libro es un escrito teórico que parte de su experiencia para reflexionar sobre la manera en que la sociedad aborda la desviación hoy…


-Soy madre de mellizas que tienen síndrome autista y que hoy han salido de ese pozo. Es decir que hablan, que están en relación con los otros, que hacen teatro, que tiene el placer de los momentos de la vida cotidiana, incluso  si la temporalidad de ellas no es la misma que la de usted. Es todo lo que diré de sobre mis hijas que no tienen ni ganas ni necesidad de ser calificadas de ex -autistas. Para mí, la dificultad era: partir de mi experiencia sin apropiarme de la historia de ellas. Mis hijas, pero también los otros niños autistas que he podido encontrar, me han transformado. Tengo la convicción de que los “locos”  -que nuevamente son relegados, escondidos, y a veces maltratados como el principio del siglo pasado-  tienen mucho para enseñarnos.

-Lo que se vuelve rígido, es nuestra percepción…

-No solamente. No es que la inteligencia haya desertado, sino que es más individual debido a que falta una estructura financiada. La falta de compromiso del Estado tiene consecuencias terribles: los padres no tienen ninguna posibilidad de elección, ya son afortunados los que no tienen que cuidar a los niños en su casa. Esta ausencia de opción es el leimotiv de la película de Sandrine Bonnaire, Elle s’appelle Sabine (Se llama Sabine). Pero también se puede escuchar en las palabras de los psiquiatras cuando ella vuelve a los hospitales psiquiátricos en donde ha estado internada su hermana. (2) Además de la indigencia de las respuestas lo que golpea es la impotencia que ellos tienen debido a la pobreza de los recursos humanos en los hospitales psiquiátricos. A falta de personas disponibles para aliviar las crisis y poner palabras a la cólera -es decir, reconstruir un lazo-, se administra un chaleco de fuerza químico, se prescribe un sismo -es decir un electroshock de nuevo estilo-, se pone al paciente bajo llave. Es inevitable: un enfermero que está solo no puede ocuparse de veinte personas.
Recíprocamente, lo que su documental revela es que cuando hay operadores para hablarle y contenerla, Sabine va mejor, sus dosis de medicamentos son reducidas a la mitad. No hago un proceso contra los medicamentos, comprendo muy bien que pueden ser útiles, pero para curar una enfermedad del lazo, difícilmente se puede ahorrar la relación al otro, es decir a las personas. Ahora bien, todas las asociaciones y las instituciones -cualquiera sea su capilla-  lanzan un S.O.S! porque sus créditos y subsidios para emplear gente se suprimimen. Cuando se interroga a los jóvenes de los suburbios que han conocido un recorrido tortuoso, uno de cada dos se ha convertido en educador, en acompañante. La mayor parte del tiempo están sin empleo, aunque las asociaciones tengan necesidad vital de ellos.

-¿Todo el mundo puede ocuparse de los niños autistas?

-Todo el mundo no hace el mismo trabajo y no tiene la misma función, pero a pesar de la poca formación, los jóvenes erráticos se revelan interlocutores preciosos, a condición de que la relación se inscriba en el tiempo y que les permita a ellos también encontrar su lugar. La vida de los padres de los niños excluidos está hecha de bricolage. Hacen falta asociaciones que saquen a los chicos de su casa, que los hagan hacer pintura, que los inicien en los patines o los skates,  que los lleven a consultas médicas o tratamiento cuando hace falta. Ahora bien, muchos de estos acompañantes no están por falta de medios para pagarles. Concretamente, las asociaciones funcionan gracias a ciertos contratos, y ahora esos esos empleos están amenazados de desaparición, porque han sido reducidos drásticamente. El estar cara - a - cara de los niños con los padres, o con su madre sola, de manera constante es temible para unos y otros.

-El punto común entre su libro y el documental de Sandrine Bonnaire es el movimiento: usted describe niños que rompen su caparazón y hacen esfuerzos considerables para entrar en relación.

-El autismo es una enfermedad del vínculo. La comparación de detiene ahí ya que hay tantos autismos como personas sufrientes de esa patología. Se tiene tendencia a confundir el estado siempre singular de una persona y sus síntomas –el encierro, la ausencia de palabra, los juegos repetitivos, la mirada aparentemente indiferente, la violencia. No es porque un terror se expresa de la misma manera –yo no puedo viajar en avión- que cuenta la misma historia y significa la misma cosa en todas las personas que la padecen.
Se sale del autismo, se entra y se vuelve, no tengo ninguna receta milagro y no tengo la pretensión de hacer la apología de mi experiencia personal ni tampoco de las instituciones que pude conocer y por las cuales siento una gran gratitud.
Salir del autismo no quiere decir curarse del autismo, como se puede curar de una gripe. No se trata de tomar modelo sobre el cuerpo y la forma en que las enfermedades pueden desaparecer. Sino tomar en cuenta la plasticidad del psiquismo humano. Los ‘autistas’ no están programados para quedar encerrados en su estructura ni al ser por esencia. En cambio, la fatiga, un elemento que puede parecer anodino, un encuentro que despierta un recuerdo, pueden provocar una necesidad de repliegue y comprometer una regresión. Exactamente como todo ser humano, a veces es prisionero de su estructura neurótica, psicótica u otra, en función del caos de la vida. Todos hacemos la experiencia de “recaída”. Yo defiendo la idea de que no hay tanta diferencia entre las personas autistas y las otras, la patología y lo normal, sino que se trata de un continuom. Las personas “normales” también se repliegan cuando son agredidas.

Lo que observo en ciertos niños autistas es una hipersensibilidad. La piel no es mas un envoltorio protector. O no lo es suficientemente. De ahí que el mínimo lazo pueda ser violento o demasiado invasor y hace falta tacto, paciencia, poner un bálsamo. También bálsamos metafóricos: palabras. Poco a poco, a lo largo de los años, el envoltorio se solidifica, el yo corre menos riesgo de desparramarse en el contacto con los otros y de pronto es un poco menos extenuante y menos peligroso. Al menos es mi experiencia: mis hijas están un poco más blindadas, al mismo tiempo que mantienen una capacidad fuera de lo común para cernir los pensamientos del semejante. También veo que están, agotadas cuando hay muchas personas alrededor de ellas y que han hecho un esfuerzo impresionante para ser sociables.

-¿Cómo se desarrolla lo cotidiano en los lugares comunes?

-Todos los padres de niños autistas conocen la angustia cuando su pequeño se tira al piso y come tierra. Hace falta mucha sangre fría para resistir a los juicios de los testigos y encontrar las palabras que pongan sentido a la escena. Si no se logra esta puesta de distancia, se corre el riesgo de ser uno mismo violento. Otro lugar terrible: las salas de espera. Todo el mundo se mira. El niño trata de contenerse. Después explota. La tensión es extrema. La preocupación por la rentabilidad al máximo no nos ayuda: es remarcable que la SNCF (Trenes de Francia) haya suprimido el vagón de juegos para niños en las líneas de larga distancia ¿Qué se hace con un niño que asusta a las personas normales en un compartimento del tren?

-Usted cuestiona el término handicap o enfermedad para calificar el autismo

-Todo pasa como si, obsesionados por la investigación de una causa genética, sólo se comprendiera  la diferencia como handicap (discapacidad). Handicap significa una deficiencia del individuo y sólo de él. Si se le repite a un niño de 2 años que es discapacitado se corre el riesgo de encerrarlo en una imagen de sí mismo difícilmente superable. Por lo mismo hay una violencia terrible para prevenir la delincuencia haciendo la detección desde la edad más temprana. ¿Cómo se puede enviar una pulsión de muerte tal a un niño, sin interrogarse jamás en qué estos problemas son los síntomas de nuestro tiempo?
Las capacidades autoreparadoras del ser humano son dejadas en un terreno baldío, yermas. Ahora bien, estoy persuadida que el combate de los autistas es válido para todos nosotros. Escribí este libro porque nuestra mirada  ha devenido un encierro. Bajo la cobertura de la empatía es destructora para los niños mismos. Sólo se funciona a golpes de emoción. Está muy bien estar emocionado, pero ¿cómo re-instalar el pensamiento ahí en dónde sólo hay lágrimas? Los niños autistas no necesitan ser objeto de lamentos. Tienen mucho para enseñarnos sobre el lenguaje, cómo se instala o no, sobre lo poco evidente que es. Ellos están en el corazón de las interrogaciones sobre la existencia y sobre cómo el pequeño humano se desarrolla. La creatividad es también desviación. Seguramente se encontrarán genes curativos, filósofos que reflexionan. Pero los presupuestos no van a las ciencias humanas, van a las llamadas ciencias objetivas: a las neurociencias o a la investigación genética. Ahora bien, las investigaciones mas avanzadas en neurociencias demuestran que el hombre esta determinado por no estar determinado… Dicho de otro modo, no hay causa final.

-Usted cuenta cómo los padres de niños autistas deben sin cesar organizar el futuro de sus hijos con el temor que no exista ningún lugar para ellos…

-Yo he vivido esta errancia de una puerta cerrada a otra puerta cerrada. Desde el momento en que se ha encontrado un lugar (institución, hospital de día, instituto médico- pedagógico) se está obligado a imaginar cómo continuará: ¿dónde estará el niño en la adolescencia? La suerte que tuve fue encontrar a profesionales tratantes que me dijeron que no sabían. Que ignoraban cómo mis niñas serían mas tarde, cómo iban a evolucionar. Es muy doloroso recibir una respuesta así. Pero escucharla y entenderla es aceptar  que el camino está por hacerse y que no está trazado de antemano. Cuando uno comprende que hay que preocuparse por ahora y aquí, que todo se juega día a día, adviene algo alegre. Los niños autistas están aplastados por el miedo. Además tienen que padecer la angustia de su entorno. Cuando se logra ponerla de lado se hace un gran paso. Aún otra vez, el modelo no es el de la medicina, no hay predicción, ni prevención con respecto al pensamiento. No es mecánico.

-Parece que usted encuentra que la búsqueda de las causas genéticas u orgánicas del autismo son vanas.

-En forma subyacente, está la convicción de que cuando se haya encontrado la causa se podrán erradicar las desviaciones y crear alguien que reaccione “normalmente”. Así se exige niños no sólo normales sino con buen rendimiento. Cantidad de padres y médicos están obligados a hacer alianza con el diablo, de aplacar con medicamentos para que no sean excluidos del sistema escolar. Pero, una vez más, yo quisiera que los padres pudieran tener la opción entre las diferentes terapias posibles. Los psiquiatras que tienen una formación analítica son cada vez más raros. Los comportamentalistas les explican como hacer desaparecer el síntoma de su hijo en algunas semanas. Ahora bien, hay muchas posibilidades que ese síntoma aparezca bajo otra forma. Yo prefiero pensar que las producciones de una crisis tienen un sentido.

-Usted critica la posibilidad, propuesta por Ségolène Royal (1), de poner a los niños autistas en el circuito escolar nacional algunas horas por semana…

-Esta propuesta parte de una buena voluntad… pero los medios no están. ¿Qué puede hacer un maestro que se tiene que ocupar de 25 alumnos, con un niño autista que exige muchísima atención? Esto necesita, no sólo que se formen, sino que también el niño sea acompañado por otro adulto, él también formado y con una presencia continua.
Y además, la presencia del niño autista en la escuela sólo tiene sentido si es posible un intercambio con sus camaradas. Para esto haría falta que el maestro tome el tiempo de reflexionar con los niños sobre las diversas maneras de crecer. Si esto no se da, el autista está en su rincón, perturba la clase y sus incompetencias le son puestas una vez más en evidencia.

-A diferencia de Sandrine Bonnaire, usted no está a la búsqueda del diagnóstico…

-El diagnóstico sólo es interesante si permite instalar los tratamientos. Y también si uno lo olvida enseguida. Se trata, siempre, de nombrar… sin encerrarse.


(1)Ségolène Royal es una política francesa.
        (2) Diario Liberation del 29 de enero

Artículo publicado en el diario Liberación, Paris, Francia. 12 de abril de 2008
Entrevista a Jacqueline Berger, periodista, autora de “Sortir de l’autisme” (Buchet-Chastel) [Salir del autismo], un libro que mezcla reflexiones, recorridos personales, cuestionamientos y teorías. Traducción de M. Errecondo publicado en el Boletín Rayuela

  
FEDREACION AMERICANA DE PSICOANALISIS DE LA ORIENTACION LACANIANAOBSERVATORIO DE POLITICAS SOBRE EL AUTISMO

Antena Rosario
Investigamos sobre el autismo, sus instituciones y tratamientos al mismo tiempo que estamos atentos a lo que sucede en nuestra provincia con las legislaciones.
Tenemos una modalidad de taller de casos clínicos y comentarios sobre la práctica orientada por los conceptos y los movimientos de la enseñanza de Lacan.
http://www.eolrosario.org.ar/institutos/cite-rosario/


Los Observatorios, creados por el Bureau de FAPOL con el acuerdo del Presidente de la AMP en abril de 2014,  tienen en su mira problemáticas consideradas claves en la actualidad y que conciernen al Psicoanálisis en los diversos contextos socio-políticos americanos en los que sus miembros desarrollan su práctica. 
Cada Observatorio está compuesto y coordinado por miembros que pertenecen a las tres Escuelas de la AMP en América. Eso implica que cada Observatorio atraviesa la totalidad de los países de Latinoamérica, lo que permitirá  discutir el estado de cada tema abordado  con las variaciones ineludibles de los distintos países, entrecruzar esa información y realizar un diagnóstico del tema abordado que permita sugerir  al Bureau de la FAPOL acciones posible adecuadas al contexto americano.
El esfuerzo de los Observatorios está en el hilo de la Acción lacaniana que aborda la complejidad de la época contemporánea que en sus múltiples facetas afecta las subjetividades, los cuerpos y las relaciones sociales.


 OBSERVATORIO # 5
Autismo
Coordinadora por la EBP: Elisa Alvarenga
Heloisa Prado Telles, Paula Pimenta, Ana Martha Maia, Tania Abreu, Anamaria Vasconcelos, Paula Borsoi, Maria do Rosário do Rêgo Barros, Cristina Drummond, Cristina Vidigal, Suzana Barroso, Bartyra Ribeiro de Castro, Gleuza Salomon
Coordinadora por la NEL: Lisbeth Ahumada
María Elena Lora (Nel-La Paz), Adriana Meza (NEL-Maracay), Luz Elena Gaviria (NEL-Medellín), Elida Ganoza (NEL-Lima), Paula Del Cioppo (NEL-México), Rosa Lagos (Movimiento hacia la NEL en Chile)
Coordinadora por la EOL: Marita Manzotti
Ana Cecilia Gonzalez, Eugenia Serrano
Observatorio sobre Autismo de FAPOL
Este Observatorio se ha nutrido del intenso trabajo realizado en el marco de la Escuela Una alrededor de la batalla del autismo, cuyos múltiples informes se encuentran en la página web de la AMP. Debemos ahora ajustar nuestros tiempos, afinar nuestro trabajo, aunar nuestros esfuerzos, por esta batalla que se viene librando en el contexto específico del territorio americano congregado en la FAPOL.
Decirlo de esta manera implica que debemos reconocer los diversos y particulares modos de acción que encontramos en el compromiso de los psicoanalistas de orientación lacaniana, con este movimiento conducente, en últimas, a desamordazar a los sujetos autistas. Encontramos que tal empeño no es carente de audacia, de inventiva, de valentía, toda vez que lo que está en juego es hacer frente a los embates del discurso del amo, desdoblado en los rostros de la política, la ciencia, la educación, la salud. Cómo han logrado los psicoanalistas no retroceder ante los desmanes de tales cruzadas (por ejemplo la descalificación de nuestra práctica como tratamiento del autismo), es lo que al Observatorio de Políticas de Autismo de la FAPOL le interesa.
De este modo, medir la temperatura ambiente de cada lugar, de cada rincón en el que cada una de las Escuelas irradia su acción; saber de las dificultades, de los logros, de los alcances y de las limitaciones de cada experiencia, podrá consolidar el campo transferencial necesario como muralla de contención, más amplio, más fuerte, a la hora de pronunciarnos frente al Otro y producir verdaderas rectificaciones en una pendiente dirigida, cada vez más, a negar los derechos del sujeto autista y de sus familias. Este trabajo en el interior de cada Escuela (EBP, NEL, EOL) se ha venido gestando y tiene diferentes niveles de organización, de participación y de ejecución. En la EBP y en la EOL las acciones dirigidas al intercambio con otros saberes, a la incidencia en el trabajo institucional clínico y educativo, a la presencia en las universidades y en los debates político-legales, etc., se han desarrollado de manera más sistemática y sostenida, haciendo prevalecer, además, el saldo de formación para los psicoanalistas.
El Observatorio entonces, se pretende como el campo ampliado de las diferentes experiencias de las Escuelas, en el que se puede volcar los esfuerzos para crear un mapa de trabajo conjunto cuyo trazado cuide y replique las experiencias inéditas de cada lugar. El Observatorio promoverá en este sentido los encuentros entre las Escuelas alrededor del tema del autismo. Por ejemplo Foros itinerantes, la puesta en línea de una conversación ampliada alrededor del tema, la implementación de una red activa de acciones y de planeación, el intercambio entre los blogs o páginas web de cada Escuela relativas a la clínica del autismo (ya que solo la EBP cuenta con esta herramienta, la NEL y la EOL deben contemplar la posibilidad de su creación).


Artículos

miércoles, 15 de marzo de 2017

Las psicosis ordinarias y las otras bajo transferencia

XI Congreso, Barcelona 2-6 abril 2018. Texto de presentación.




Las psicosis ordinarias y las otras bajo transferencia
Anna Aromí, Xavier Esqué

La psicosis ordinaria no data de ayer, este término se abre camino en la ciudad analítica desde 1998, año en que Jacques-Alain Miller lo inventó y lo puso en circulación[1]. Cuando se realice el XI Congreso de la AMP en 2018, la psicosis ordinaria habrá cumplido pues veinte años. Buen momento para recapitular: qué han aprendido con ella los psicoanalistas, qué usos le han dado y cuáles aún podrían encontrarle. El buen momento lo indica también el entusiasmo con el que ha sido recibido el tema propuesto para el Congreso. Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia tiene la virtud de interpretar, de interpelar al menos, algo vivo de la clínica psicoanalítica actual. Lo vivo, trozo de real con que la experiencia analítica no deja de encontrarse. Seguir en la brecha abierta por la enseñanza de Lacan, la última y la otra, es no sustraerse a este real, propiamente analítico. El Congreso de Río lo abordó a partir del inconsciente y el misterio del cuerpo hablante, el de Barcelona lo continuará bordeando valiéndose esta vez de las psicosis ordinarias. Clínica estructural, clínica del sinthome Durante una época, el psicoanálisis se sostuvo en la solidez de una clínica estructural que permitía distribuir los casos entre dos campos diferenciados: la neurosis y la psicosis. Dejando a un lado la perversión, el corte de esta clínica estructural era neto; la presencia o ausencia del significante del Nombre del Padre en el lugar del Otro[2] repartía las aguas: a un lado los unos, al otro lado los otros. La primacía de lo simbólico otorgaba al significante la potestad de la diferencia y del ordenamiento. Con esta clínica del significante, binaria y discontinua, Lacan ordenó el campo analítico dejado por Freud llevando el Edipo freudiano al Nombre del Padre lacaniano. Más adelante el psicoanálisis amplió su bagaje con lo que Jacques-Alain Miller, en la Conferencia de Río, destacó como inconsciente de pura lógica[3], con la lógica del fantasma y el objeto pequeño a, instrumentos de los que desde entonces la clínica ya no sabría prescindir porque permiten establecer el campo del sujeto y orientarse en sus modos de gozar. Con esta clínica se formaron varias generaciones de psicoanalistas en el Campo freudiano y más allá. Pero este Lacan, estructuralista y lógico, fundamentado en la prevalencia de lo simbólico sobre lo imaginario y lo real, no constituye su última palabra. Hay más Lacan. En su camino hacia lo real Lacan se encontró con que no todo el goce se deja negativizar por la significación fálica. El psicoanálisis tenía que soltarse de la mano del padre como único operador para responder a los desafíos de una praxis que tiene que “hacerle la contra” a lo real[4]. Con la pluralización de los Nombres del Padre, primero, y con la consideración de las soluciones singulares abierta con Joyce[5] después, la función del Nombre del Padre perdía su exclusividad como tratamiento del goce y debía ser incluido, bien a título de semblante, bien a título de síntoma, en una perspectiva más amplia. Una perspectiva que desbordaba la estructura binaria y donde el poder limitador del orden simbólico sobre lo real del goce quedaba, literalmente, en entre-dicho. No se pasa de la estructura a los nudos de un solo salto. Los momentos de la enseñanza de Lacan están tendidos con un hilo cuya lógica ha articulado el trabajo minucioso de Jacques-Alain Miller en los cursos de La orientación lacaniana. Aquí abreviaremos: los impasses del goce femenino, desplegados en Aún[6], empujan a Lacan a tomar la mano de Joyce abriendo su última y su ultimísima enseñanza. Con ellas se rediseña el punto de partida: de ahí en más la neurosis se leerá desde la psicosis y no al revés. La forclusión entonces se generaliza: forclusión del significante de La/mujer para todo ser hablante, forclusión restringida del significante del Nombre del Padre para la psicosis. Si a cada uno su forclusión, a cada uno su solución; o mejor dicho su tratamiento, porque solución no la hay. Lo que hay es la clínica del sinthome generalizado. De aquí la ironía de Lacan: “todo el mundo es loco, es decir, delirante”[7], lo cual no significa que seamos todos psicóticos sino que “todos nuestros discursos son una defensa contra lo real”[8]. Esto quiere decir que tomar como guía la singularidad de respuestas sinthomáticas no exime de precisar la diferencia entre neurosis y psicosis. La clínica del sinthome, la de la gradación y la singularidad, no anula la anterior. Entre la clínica de las estructuras y la de los nudos no hay oposición: se trata de hacer fructífera esta tensión. La singularidad de las invenciones subjetivas llama a una  clínica instrumental y flexible que hoy por hoy se encuentra –hay que reconocerlo- en una etapa de balbuceo. Es esta clínica la que, como dice Jacques-Alain Miller del parlêtre, aprendemos a decir[9]. Es una elección ética. El título del Congreso produce una inversión que nos sirve de guía. Con él se constata que las psicosis ordinarias han pasado delante, que es donde se encuentran: delante de los practicantes, en la experiencia de todos los días. Pero si las otras psicosis ya no son el referente único para pensar el campo de la locura, no podemos prescindir de ellas. En De una cuestión preliminar… se encuentran los cimientos del caso Joyce[10]. Este es el campo de investigación que se abre como consecuencia de haber puesto en primer plano el goce y sus tratamientos singulares, lo que conlleva tener que reconsiderar, con el resorte de las psicosis ordinarias, la perspectiva general sobre la clínica. Psicosis ordinarias Antes de ser resorte, las psicosis ordinarias se presentaron como una zona de sombra. Acompañando la declinación del Nombre del Padre y la ascensión del objeto a al cenit de la civilización, en la práctica analítica se constataba un aumento de casos en los que no se encontraban los elementos precisos y concluyentes de una neurosis[11]. Casos raros que no parecían entrar ni en una ni en otra de las categorías de la clínica binaria. Estos casos, que fueron primeramente considerados “inclasificables de la clínica psicoanalítica”[12], poblaban la zona de frontera del binario estructural, ensanchándola. Una zona en sombra que Jacques-Alain Miller –a diferencia de la categoría de estado límite o borderline utilizada en la IPA- empezó a iluminar con el término de “psicosis ordinaria”, abriéndola a la investigación. La psicosis ordinaria no es pues una nueva categoría clínica sino un aparato epistémico suplementario. Las psicosis ordinarias, de entrada, no se dejan circunscribir, se las puede encontrar en todas partes, incluso donde menos se las espera. Pero ellas no están en tierra de nadie, son psicosis. Y al situarlas en este campo todo el conjunto resulta interrogado. Conviene aclarar que las psicosis ordinarias no disuelven el campo de la neurosis sino que de algún modo lo resuelven, ya que desprenden a la neurosis de cualquier supuesta equivalencia con la idea de “normalidad”. La idea de normalidad ya no  resulta sostenible cuando la norma fálica ha perdido la hegemonía de su tradición al encontrarse incluida como una más entre otras soluciones para orientar el goce. Así el predicado segregativo, que nunca pudo ampararse de Lacan, los normales son los neuróticos, los otros son psicóticos no resulta sostenible desde ningún punto de vista. Las psicosis ordinarias permiten ampliar el abanico de soluciones posibles para el agujero forclusivo. En las psicosis extraordinarias encontramos la reparación del agujero en forma de metáfora delirante cuando éste ya se ha manifestado desencadenándose como real que irrumpe, mientras que en las psicosis ordinarias las modalidades de reparación se multiplican y diversifican al ser tomadas en su rareza, con sus pequeñas invenciones, en su radical singularidad. Lo que tienen en común estas soluciones singulares es la posibilidad de una auto-reparación del agujero que impide o difiriere su estallido manifiesto. Ordinarias o extraordinarias, lo que encontramos siempre son los índices de “un agujero, una desviación o desconexión que se perpetúa”[13]. Estos índices del agujero de la forclusión pueden ser aparatosos, explosivos, extraordinarios, en cuyo caso no son difíciles de reconocer por el sujeto y su entorno. Pero también pueden ser discretos, sutiles, de manera que fácilmente pasan desapercibidos para el sujeto mismo, para su entorno y sobre todo para el clínico. Sólo bajo transferencia estos signos discretos pueden ser localizados como tales. El desencadenamiento de una psicosis, en la clínica estructural, es efecto del mal encuentro con Un-padre que aparece en oposición simbólica para el sujeto[14], lo que provoca un desencadenamiento del significante en lo real[15]. Mientras que los llamados neodesencadenamientos[16] son aquellos que se localizan a partir de algunos puntos de fuga que indican pequeños desenganches del Otro que producen una deslocalización del goce. El desencadenamiento, neo- o franco, resulta entonces crucial como índice del agujero forclusivo que caracteriza toda psicosis. JacquesAlain Miller en un texto que será imprescindible para orientar los trabajos del Congreso, propone tres externalidades para ordenar esta cuestión: la externalidad social, la corporal y la subjetiva[17]. Allí se puede leer que lo que buscamos captar con la psicosis ordinaria es lo que Lacan llama “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”[18]. Este desorden, verdadero índice diagnóstico, afecta al sentimiento de la vida en tanto efecto de la no inscripción de la significación fálica. En las psicosis desencadenadas este desorden es evidente, pero ¿y en las psicosis ordinarias? Es esto lo que, bajo transferencia, un psicoanalista puede captar a partir de la presencia de algunos signos discretos. Bajo transferencia significa gracias a, siendo la transferencia lo que permite situarlos, pero también dentro de, es decir que se captan en la relación analítica. Se trata de una clínica fina, tejida de sutileza, que tiene en cuenta la tonalidad y la gradación, orientada a encontrar los efectos de la forclusión. Bajo transferencia Bajo transferencia se realiza la clínica psicoanalítica, en la neurosis y en la psicosis, lo que requiere la presencia y el acto del analista. En la primera parte de su enseñanza, la posición que Lacan propone para el analista en las psicosis es la de secretario del alienado[19]. En primer lugar al psicoanalista le conviene escuchar quién habla, puesto que el mensaje del psicótico proviene de una palabra más allá del sujeto[20]. Pero este secretario no se limita a tomar acta ya que debe procurar parar la metonimia infinita, así como evitar el mal encuentro del psicótico con su Otro maligno. Por otra parte, se trata también de alentar la pesquisa del arreglo que sostuvo al sujeto hasta la irrupción del agujero, para remendar esa suplencia y, si es posible, ayudar a construir una versión más consistente. En las psicosis ordinarias el agujero se manifiesta sólo discretamente. La eficacia de un sinthome como defensa parece innegable. Por eso el trabajo analítico consiste más bien en invitar al sujeto al despliegue de lo que hace problema para localizar allí, con él, elementos que pueden hacer de grapa que anude las tres consistencias, para que se destaquen como puntos de capitón y adquieran relieve. Se trata de que estos elementos obtengan la mayor disponibilidad posible para el psicótico, fomentando su uso y acompañándolo en la puesta a punto de su pragmática. Trayecto en el que será importante cernir también los acontecimientos de cuerpo. Bajo transferencia significa elegir una opción sin coartadas. Bordear el agujero de saber que sostiene una experiencia analítica significa optar por someter la práctica de todos los días a una determinada orientación. Por esto como analistas no podemos ser eclécticos, ni terapeutas, ni (re)educadores: solamente podemos practicar el psicoanálisis tratando el goce del parlêtre por l’apparole, buscando que una existencia sea posible no sin las vías de algún deseo. Seguir a Lacan en la orientación lacaniana es un acto de transferencia, y como tal un acto de amor.  Cada congreso constituye entonces una ocasión para que la Escuela Una tome contacto con ella misma, un momento de intimidad no exento de alegría. Es un momento para dejarse atrapar por el deseo de hacer Uno con lo múltiple que hizo surgir una asociación mundial; un deseo que encuentra en los congresos ocasión de revitalizarse, a contracorriente de la pulsión de muerte que no necesita renovación porque está siempre activa. El pase acompaña y nuclea cada Congreso, no solamente para que los miembros de la AMP conozcan su momento actual y sus perspectivas, sino también para que cada congresista pueda ser tocado, alcanzado, por lo que cada AE transmite de la experiencia de un análisis y de su final, obteniendo efectos de formación en relación con el tema propuesto. En el XI Congreso seguiremos aprendiendo lo que el pase enseña sobre el anudamiento con el que un parlêtre se sostiene, la singularidad de las soluciones encontradas, e incluso su labilidad. Lo que nos interesa examinar son las maneras en que un sujeto inventa un nudo con lo imaginario, lo simbólico y lo real que se sostenga sin el auxilio del Nombre del Padre, bien sea por su no inscripción radical, bien sea por haberlo captado en su ser de semblante. Pase y psicosis no se podrían pensar sin la invención ya que ella acompaña –tanto como la angustia- el transitar la zona más allá del padre, aunque no más allá del sinthome que es donde un real analítico puede ser captado.

[1] J.-A. Miller y otros, La psicosis ordinaria, Colección ICBA/Paidós, Buenos Aires, 2003.
[2] J. Lacan, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Escritos 2, Siglo XXI editores, p. 556.
[3] J.-A. Miller, “Habeas Corpus. De Río a Barcelona”, El psicoanálisis nº 29, Madrid 2016, p. 9.
[4] J. Lacan, “La tercera”, Intervenciones y textos 2, ed. Manantial, p. 87. [5] J. Lacan, El sinthome, Seminario 23, ed. Paidós, Buenos Aires. [6] J. Lacan, Aún, Seminario 20, ed. Paidós, Buenos Aires.
[7] J. Lacan, “¡Lacan por Vincennes!”, Lacaniana nº 11, Grama ediciones, Buenos Aires, 2011, p. 7.
[8] J.-A. Miller, “Ironía”, Uno por Uno nº 34, Eolia, Barcelona, 1993.
[9] J.-A. Miller, “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Scilicet, Buenos Aires, Grama ediciones, 2015, p. 28.
[10] Orientación dada por Jacques-Alain Miller en un intercambio de correos en ocasión de la elección del título del Congreso.
[11] J.-A. Miller, “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Freudiana nº 58, Barcelona, 2010, p. 16.
[12] J.-A. Miller y otros, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, ICBA/Paidós, Buenos Aires, 1999.
[13] J.-A. Miller, “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Op cit, p. 26.
[14] J. Lacan, “De una cuestión preliminar…”, Op cit, p.558.
[15] Ibid, p. 564. [16] J.-A. Miller y otros, La psicosis ordinaria, Op cit.
[17] J.-A. Miller, “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Op cit, p. 17-21.
[18] J. Lacan, “De una cuestión preliminar…”, Op cit, p. 540.
[19] J. Lacan, Las Psicosis, Seminario 3, Paidós, 1984, Buenos Aires, p. 295-305.
[20] J. Lacan, “De una cuestión preliminar…”, Op cit, p. 556.