EL AUTISMO UN
DESAFIO PARA EL PSICOANALISIS
por Marcela Errecondo
El psicoanálisis tiene un
nuevo desafío: el tratamiento del autismo. Debido a la creciente y variada
presentación, se ha convertido en una interpelación a diferentes disciplinas
como la ciencia, la educación, el derecho, la psicología. ¿Qué tiene para decir
el psicoanálisis en esta gran conversación? Se trata de pensar el autismo desde
las categorías del psicoanálisis y mostrar una orientación para un tratamiento
posible. Pero ¿Cómo se puede llevar esto adelante si están tocados los
fundamentos mismos de la invención del dispositivo analítico inventado por
Freud? me refiero específicamente a la
palabra. El desafío es entonces teniendo en cuenta los fundamentos del
psicoanálisis, sostener un dispositivo de tratamiento diferente al inventado
por Freud para las neurosis pero posible para el autismo.
Con Lacan aprendemos que no va de
suyo tener un cuerpo, hablar y relacionarse a los semejantes. Son necesarias
operaciones muy complejas a partir de lo que podemos llamar el estado nativo del sujeto. El primer
estatuto del sujeto está determinado por
el encuentro del lenguaje y el cuerpo que produce un trauma imborrable -troumatismo- y produce un goce opaco,
llamado autista. En este sentido todos los seres humanos estamos afectados por
este momento que es un grado cero de la palabra, una dimensión autista. Algunos superan este trauma
apoyándose en el poder de la palabra, pasando por el Otro y obteniendo un plus
de vida en el lazo social, pero otros se petrifican ante este poder traumático
que tiene el lenguaje y no consienten en apoyarse en la palabra, son los llamados
autistas en el sentido clínico, que
persisten en ese núcleo congelado.
El autismo se refiere a un
conjunto de síntomas que impiden o dificultan seriamente el proceso de entrada
de un niño en el lenguaje, la comunicación y el vínculo social, se diagnostica
entre los pocos meses de vida y los dos años. El ‘congelamiento’ que se produce nos confronta al grado cero de la
relación del sujeto con el lenguaje y la palabra.
La característica del sujeto
autista es que presenta una ruptura brutal, producto de un rechazo al Otro y su palabra, a veces bajo la forma de un
encapsulamiento que lo aísla. Esto hace muy complicada la intervención, sea
terapéutica, pedagógica o educativa. El desafío es entonces ¿cómo logramos
atravesar esa barrera, ese rechazo, incidir en ese núcleo “congelado”?
Desde la orientación lacaniana,
el encuentro con el niño autista no está ritualizado, no tenemos un protocolo,
ni una técnica. Por un lado avanzamos con un cierto no saber al mismo tiempo que por el otro, nos orientamos por un
cierto saber que es la formalización de la práctica que llamamos clínica.
Lo que ubicamos como fenómenos
clínicos, por ejemplo: estar desconectado de todo, un grito, un golpe, un
balanceo, una repetición fonemática, un movimiento bizarro, la recolección de
pequeños objetos, etc. Todo eso es leído por nosotros y hacemos un signo que se
lee, pero no en el sentido de un mensaje, sino como una marca de goce. Así el
psicoanálisis se convierte entonces en una práctica que nos conduce siempre a
una huella de goce (letra).
Me interesa señalar que la
orientación lacaniana proscribe toda
culpabilización de los padres y está comprometida desde hace muchos años en
estudiar y actualizar las estructuras significantes y libidinales que subyacen
en el autismo y que generan su lógica propia.
Quiero destacar la invitación de
E. Laurent a estudiar la distinción del
autismo con respecto a las psicosis en general, apoyándose en la lectura
que ha hecho J-A Miller sobre el Uno de
goce en la enseñanza de Lacan.
Una primera diferenciación es que
los fenómenos de las psicosis están del lado de la ruptura del mensaje, de la
cadena significante S1 y S2 y esto tiene que ver con las manifestaciones del
delirio y las voces alucinadas en la esquizofrenia y paranoia. El trabajo de la
psicosis está en la dimensión simbólica e imaginaria, del sentido delirante.
Mientras que en el autismo no
tenemos el mismo tipo de ruptura, sino que se trata de la repetición de un 1,
que está totalmente separado, que no re-envía a otro y que al mismo tiempo
produce un efecto de goce. E.L nos decía que se trata de una palabra que
provoca terror, que es una impronta sobre el cuerpo imposible de borrar -acontecimiento
de cuerpo-, que lo marca como un cuerpo
que se goza a sí mismo en un más allá del principio del placer.
Esta es una zona terrible porque
los sujetos para tratar de estabilizar la agitación que produce este lleno de
goce tratan de extraer algo del cuerpo, a veces se automutilan. Intentan
producir un vacío, un agujero, pero como están hundidos en lo real y en lo real
no falta nada, no hay agujeros, esto produce una angustia tremenda. Hay un
rechazo de la alienación y la separación no tiene lugar.
¿Cómo producir un agujero para
poner algo extraído del cuerpo? Trataré de ilustrar esto con una viñeta de un
tratamiento llevado a cabo en institución.
Sin forma, sin imagen
Lina es una niña de 4 años, muy menudita para su
edad, con cara de viejita. No habla, sólo enuncia sonidos guturales: UUGH,
UUGH. Come con las manos, apenas presta
atención a los adultos que se encuentran en la institución, mira de reojo y con
miedo a los otros niños. Nos dicen que camina desde hace poco tiempo, pues se
negaba a hacerlo. Tampoco gateó, se arrastraba haciendo toda la fuerza con los
codos. Para intentar que caminara sus padres la ponían de pie, apoyada contra
la pared, se alejaban y la estimulaban a dar unos pasos. Lina caía desplomada
de cara contra el piso, sin poner siquiera las manos para resguardarse.
La mayor
dificultad en la convivencia con Lina es que no se le entiende cuando pide algo
imperiosamente, al no obtenerlo entra en crisis: llora, grita, se retuerce en
el piso, se tira del cabello, se arranca la ropa, tira las sillas, el teléfono,
la T.V.
Además se cae todo el tiempo, se lastima, se quema con el gas de la cocina, la plancha, los cigarrillos. Se masturba casi constantemente. No controla esfínteres. Deambula mojada de pis y caca, como si eso no le molestara. No se deja tocar, ni vestir, ni peinar. Intentar cambiarle la ropa es como si se le arrancara la piel, una desesperación incontenible. Tratar de hablar para calmarla o retarla no tiene efecto, no puede escuchar, el horror y la angustia aparecen en su cara.
Además se cae todo el tiempo, se lastima, se quema con el gas de la cocina, la plancha, los cigarrillos. Se masturba casi constantemente. No controla esfínteres. Deambula mojada de pis y caca, como si eso no le molestara. No se deja tocar, ni vestir, ni peinar. Intentar cambiarle la ropa es como si se le arrancara la piel, una desesperación incontenible. Tratar de hablar para calmarla o retarla no tiene efecto, no puede escuchar, el horror y la angustia aparecen en su cara.
En la
institución no participa de las actividades. Está sola con sus objetos: pedazos
de revistas, una caja, una prenda.
Nada indica que
ahí haya un cuerpo, es un sujeto carente de envoltura corporal, no hay ninguna
reacción ante la imagen de su cuerpo que está encerrado en una burbuja de
protección ante el Otro. Esta defensa masiva nos indica que está sumergida en
lo real en donde no falta nada, nada
puede ser extraído. E.L lo ubicó como retorno del goce al borde, a un
borde en donde los agujeros están cerrados, indicando así la forclusión del
agujero a diferencia de la forclusión significante en la psicosis.
El trabajo
apuntará a desplazar este borde, a
hacer entrar en función un menos que intente inscribirse en lo real.
Una extracción
Durante un
taller mirando una revista arranca la foto de una madre con su bebé en brazos.
Pone este recorte en frente de ella a la altura de sus ojos y a partir de ese
momento se desplaza mirando esa foto sin chocarse, sin caerse, eludiendo los
obstáculos. Si esa foto se rompe, se pierde o se moja, enseguida trata de
procurarse una revista y buscar otra foto de una madre con el bebé en brazos
para continuar con su deambular, diciendo UGH, UGHH. Un esfuerzo por reducir
los equívocos de lalengua, pura
iteración del Uno de goce.
Comienza
entonces un circuito que tiene en cuenta tanto el espacio dentro de su visión
como el que no ve. Este montaje de su
cuerpo siempre agarrado a este trozo de revista con la imagen, es un intento de
construir un objeto de goce fuera de cuerpo, de armar un circuito que suple la
ausencia de borde y le permite una ampliación del trayecto.
Un cuerpo encerrado
A partir de
este momento Lina establece una relación particular a la ropa, la manipula muy
delicadamente, tanto la de ella, como la de los otros. Parece muy coqueta, se
mira a sí misma su ropa, se sonríe complacida, da unas vueltas y pasa delante
del otro para que éste la mire y le diga palabras elogiosas.
Diría que su cuerpo está
bordeado, encerrado por la ropa. Es el objeto ‘a’ como horma (E.L./Lacan) que
le da una forma al objeto mirada y la articula con el cuerpo, formando un borde
del cuerpo como protección necesaria, ya
que bajo estos envoltorios Lina parece no tener la sensación de un cuerpo.
Vimos como anteriormente el intento de quitarle la ropa afectaba su piel misma.
La constitución de la presencia del doble
Lina instalará el doble
como suplencia de la identificación imaginaria
que no hay. En ocasiones busca vestirse de manera especular a quien está con ella. Por
ejemplo, quiere su pullover sobre los hombros atado por las mangas igual a
quien encuentra con ella. Por medio de señas y sonidos se da a entender, pero
su pulóver tiene mangas cortas y no es posible atarlo. Lina entra en crisis,
llora, el mundo se le desarma. Apenas se le da otro que puede anudar se
pacifica y se mira contenta en su partenaire que ha consentido a poner su
cuerpo.
En un taller de
gimnasia, ubica a la residente en forma paralela a ella y la invita a hacer la
misma gimnasia.
Durante la
reunión que estamos todos sentados en ronda, ella “acomoda” a las mujeres
juntas, trata de que todas tengan las piernas cruzadas para el mismo lado y se
pone en la serie con la misma postura. Expresa entonces su sonrisa de
satisfacción.
Cuando dibuja
en el pizarrón con tiza, suele tomar una tiza con cada mano y hace trazos
simultáneos perfectamente simétricos, dejando un espacio en el medio.
Este mundo doble, o simétrico que ella
construye, no implica el funcionamiento del estadio del espejo. Durante un
taller que se llama "Coqueterías", el adulto que estaba con ella se
maquillaba ante un espejo de mano mientras Lina miraba por detrás de su hombro
la imagen en el espejo. Una interrupción obliga al adulto a dejar el espejo
sobre la mesa, cuando regresa, Lina tenía el espejo en la mano y estaba
pasándole lápiz labial al espejo sin mirarse en él.
Realización de un circuito del objeto y bordes
de goce
En un taller de
disfraces comienza siempre poniéndose una misma camisa, después de un rato se
la saca y puede probarse otra ropa, pero elige siempre conjuntos de un mismo
color o en degradé: pantalón y blusa azul y celeste o pollera y top naranja.
También en el taller de construcciones comienza siempre tomando las mismas dos
maderas, y luego puede utilizar otras. Arma así cadenas heterogéneas hechas de
cosas discontinuas organizadas como un circuito, con una topología de
borde y articulada al cuerpo, utilizando
la ropa para darse un cuerpo y el color para darse unidad, consistencia.
Con todos estos procedimientos Lina ha podido
relacionarse con los otros, traer una revista para verla juntos, jugar a que la
corran y reír a carcajadas, ayudar en la casa para acomodar, mirar a su
semejante y sonreír, acariciar afectuosamente a un compañero.
No olvidaremos de nombrar los efectos sobre el
cuerpo: una pacificación de las crisis, control de esfínteres, posibilidad de
dormir plácidamente, un uso de las manos que antes no era posible, come con
cubiertos, intenta dibujar, manipula los objetos con mayor precisión, saluda al
que se va. Ha podido desprenderse un poco del repliegue homeostático del cuerpo encapsulado.
Cuál es
entonces la orientación del PSA? La enunciada por Donna Williams que ha escrito
un libro: “necesito un guía que me siga”,
agreguemos, a construir eso que pueda hacer suplencia al agujero que no hay por
medio de un borde, de circuitos, de un objeto autista y a veces de un doble.
Esto le permite el tratamiento del Uno solo de goce para
que el autista pueda salir de su soledad
y su aislamiento.
Como reflexión final diré que la ubicación de un real no deja de tener
incidencia tanto en el niño autista, como en su familia, su entorno y su
futuro, haciendo de ello un sujeto con dignidad sin el estatuto de
discapacitado o deficitario, sino con una dimensión de invención y creación que
le permite otra manera de estar en el mundo.